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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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con toda la comunidad cristiana. Pero Bucer está, por supuesto, muy en contra del separatismo y<br />

del rebautismo, precisamente, como él dice, porque un bautismo renovado atribuye demasiado<br />

valor a un signo externo, y porque es, implícitamente, una señal de menosprecio por el título de<br />

cristianos que los demás tienen por derecho de nacimiento. Observa, además, eme dejar para más<br />

tarde el bautismo podría dar pie para que los muchachos y las muchachas se criaran sin<br />

considerarse cristianos, y justificaría cualquier conducta indecorosa de su parte hasta el momento<br />

en que decidieran volverse piadosos y someterse al bautismo. En cuanto a la confesión de los<br />

pecados, que Ziegler y otros habían llegado a relacionar con el bautismo de los creyentes, Bucer<br />

reconoce que ése debiera ser el acto inicial de todo servicio divino.<br />

Otro de los puntos fuertes del conventículo separatista era el derecho a excomulgar. En<br />

esto Bucer se sentía maniatado por una consideración que a los sectarios les tenía sin cuidado.<br />

Desde el punto de vista de los reformadores magisteriales no había nada inherentemente malo en<br />

devolverle a la iglesia entera, o a la parroquia entera, el ejercicio de la excomunión (o<br />

entredicho) mayor y menor. Era, en verdad, una consecuencia lógica del principio protestante del<br />

sacerdocio de todos los creyentes. Pero los propios magistrados evangélicos, después de liberarse<br />

de la amenaza de la excomunión papal, no estaban dispuestos a fomentar en medio de ellos<br />

misinos un clericalismo o eclesiasticismo nuevo y local-tnente más poderoso. Los magistrados<br />

no se oponían, en principio, a la práctica de la auto-disciplina moral c]tie se adoptara en las<br />

confraternidades de artesanos, pero tomaban una actitud defensiva cada vez que los<br />

reformadores, urgidos por los sectarios, proponían medidas que hubieran incluido a todas las<br />

clases en el ejercicio de la disciplina eclesiástica.<br />

Por lo que se refiere al ejercicio magisterial de la excomunión en casos graves, Bucer no<br />

estaba satisfecho con la teoría que consideraba a los magistrados como los seglares más<br />

importantes de la iglesia y, en consecuencia, como los más calificados para desempeñar ante el<br />

laicado real-sacerdotal las funciones disciplinarias más elevadas. Poco después adoptaría la idea<br />

de Ecolampadio de instituir el cargo de Kirchenpfleger: sintió que estos "guardianes de la<br />

iglesia" podían asimilarse a los ancianos de la iglesia apostólica y encargarse de la disciplina de<br />

la parroquia, sin excluir de su jurisdicción ni siquiera a los ministros. Según este plan, habría tres<br />

guardianes en cada parroquia: dos provenientes de una de las magistraturas, y el otro un<br />

particular, miembro de la iglesia local, y elegido localmente. Aunque nos adelantemos a nuestro<br />

relato al añadir que tres "guardianes de la iglesia" por cada una de las siete parroquias de la<br />

ciudad llegarían a constituir (1531) un poderoso consejo de disciplina de veintiún miembros,<br />

mucho más magisterial que eclesiástico, lo hacemos ;así para indicar que incluso Bucer estuvo<br />

muy dispuesto, en un tiempo, a prestar oídos a los radicales moderados en cuestiones como el<br />

pedobap-tismo, la reforma moral y la separación de las dos espadas.<br />

Estrasburgo era, pues, una comunidad donde reformadores moderados o abiertos como<br />

Zell, Capitón y Bucer gozaban de la confianza de los magistrados, y dónde portavoces de una<br />

reforma radical como Ziegler y Wolff habían evitado la violencia en la realización de sus ideales<br />

sociales y sacramentales. Esa comunidad fue la que atrajo a todo un racimo de evangélicos<br />

radicales de otras partes del Imperio.<br />

Caristadt estuvo en Estrasburgo durante unos cuantos días, en octubre de 1524. También<br />

Hubmaier parece haber pasado una corta temporada en Estrasburgo; en todo caso, fue aquí donde<br />

imprimió su réplica a Zwinglio acerca del bautismo, Von der christiichen Taufe der<br />

Gláulngen,586 en Julio de 1525. Martín Celarlo, temporalmente convertido a las ideas de os<br />

profetas de Zwickau, llegó en 1526. Aunque nunca abrazó el anabaptismo, tuvo simpatías por él,<br />

586 Elsass, I (QGT, VII), núm.

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