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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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extraordinario, y el Domingo de Ramos rebautizó a la orilla del río a gran número de<br />

personas.295 Al principio, el ayuntamiento no opuso ninguna clase de obstáculos a esos actos de<br />

los anabaptistas, llevados a cabo al aire libre. Grebel salió de St. Gallen; pero a fines del mes<br />

siguiente, acariciando todavía la idea de que el ayuntamiento de la localidad adoptara su doctrina<br />

y diera un ejemplo que luego podrían seguir otros gobiernos cantonales, en contraste con las<br />

medidas reaccionarias que prevalecían en Zurich, le escribía a Vadiano:<br />

Hazte como un niño, porque si no, no podrás entrar en el Reino de Dios. Si no estás<br />

dispuesto a ponerte del lado de los hermanos, al menos no les opongas resistencia; no des a otros<br />

estados el ejemplo de la persecución.296<br />

Cuando ya se había ido Grebel, apareció Hipólito (Boíl) Eberli, nativo del cantón<br />

deSchwyz. Pertenecía a la secta de los hermanos sacramentarios, y no se sometió al rebautismo<br />

sino poco después de su llegada a St.' Gallen. A partir de este momento, Eberli quedó convertido<br />

en un elocuente predicador del movimiento anabaptista, que estaba ya en pleno auge. En los<br />

primeros días de la semana de Pascua, casi todos los ciudadanos, así como los agricultores de las<br />

cercanías, se congregaron para oír a ese predicador campesino proclamar el arrepentimiento y el<br />

bautismo de los renacidos.297<br />

En abril de 1525 los hermanos fueron convocados para rendir cuentas, ante el<br />

ayuntamiento, de sus enseñanzas acerca del bautismo. Ulimann defendió hábilmente la posición<br />

de los anabaptistas, diciendo que el bautismo de los infantes era una institución tardía de la<br />

iglesia, carente de fundamento bíblico, y que el bautismo de los adultos suponía la obligación de<br />

morir para los vicios, de vivir para Cristo y de ser obediente. Dijo asimismo que Cristo había<br />

ordenado bautizar a los creyentes, y que este precepto se había obedecido a lo largo de unos<br />

doscientos años, hasta los tiempos de San Cipriano. En fin, les recordó a los conservadores que<br />

en los primeros tiempos la ceremonia del bautismo no se llevaba a cabo sino en las dos Pascuas,<br />

la de Resurrección y la de Pentecostés, con gran solemnidad, y una vez que los catecúmenos<br />

habían sido perfectamente instruidos en la fe. Al principio se le pidió a Ulimann que, "por amor a<br />

los hermanos", se abstuviera de más agitación. Él se negó, y entonces la petición se convirtió en<br />

una orden, con amenaza de expulsión en caso de desobediencia. En cuanto a Eberli, obligado a<br />

salir de St. Gallen, poco después fue aprehendido por las autoridades del cantón católico de<br />

Schwyz, y quemado en la hoguera el 29 de mayo de 1525. Fue el primer mártir de los hermanos<br />

suizos.<br />

Hacia estos momentos las fervorosas exhortaciones de los anabaptistas, que se oían todas<br />

las tardes, y durante los días de fiesta, en las montañas, los bosques y los campos, y a las puertas<br />

de la ciudad, llamaban tanto la atención y despertaban tal interés, que las iglesias de la ciudad y<br />

de las aldeas se estaban quedando vacías, y había divisiones entre sus consejeros, y no se<br />

recibían ya limosnas, necesarias para el sustento de los pobres. En vista de ello, los miembros del<br />

ayuntamiento recapacitaron y exigieron que todas las predicaciones y disputas tuvieran lugar en<br />

las iglesias, sin que hubiera ninguna otra reunión, ni en la ciudad ni en sus alrededores.<br />

Vadiano preparó una refutación de la doctrina anabaptista para una discusión que se<br />

celebró el 5 de junio de 1525. Pero, como escribió Kessier en su crónica, no es fácil quitar la<br />

libertad a unos conventículos que ya la han conocido: sería como tratar de quitarle su hueso a un<br />

perro.298 Los predicadores del anabaptismo declararon que era inútil argumentar con escribas,<br />

295 Ibid., p. 145.<br />

296 Carta a Vadiano, de 30 de mayo de 1525: VB, III, 116 ss.<br />

297 Kessier, Sabbata, p. 146.<br />

298 Ibid., p. 148

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