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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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dirección de Rothmann y de Juan Beukels de Leiden, pusieron en práctica en su abortada<br />

Jerusalén nueva, la misma idea que ahora, de manera más sana, tranquila y duradera, Hutter<br />

convirtió en la marca distintiva del anabaptismo moravo, a saber, el comunismo cristiano, la<br />

repartición de los bienes y de la producción entre todos los miembros de una comunidad. Ya nos<br />

hemos detenido en la primera realización comunista, que tuvo lugar en Moravia (cap. ix.2.d) y<br />

que estuvo basada, por una parte, en la necesidad de ayuda mutua, y por otra en el modelo que<br />

ofrecia el relato de los Hechos de los Apóstoles, 2:44. Pero aún falta ver los rasgos peculiares del<br />

comunismo de producción implantado por los hutteritas, así como la teología y la fuente de esta<br />

idea.<br />

El simple compartir con otros lo que se posee es cosa muy distinta del programático<br />

comunismo de producción que encontramos en Hutter y en sus seguidores. Una y otra vez, a lo<br />

largo de los siglos, había habido intentos de implantar el principio comunista, fundado en unos<br />

casos sobre uti ascético desprecio del mundo (las órdenes monásticas), y en otros casos sobre una<br />

interpretación completamente práctica del precepto evangélico de venderlo todo y dar el<br />

producto a los pobres (los valdenses). Desde luego, el comunismo fue practicado por todas las<br />

órdenes monásticas, a través de su voto de pobreza. Pero la pobreza personal de los monjes<br />

estuvo, una y otra vez, viciada por la riqueza de las comunidades. Los franciscanos de los<br />

primeros años (y los franciscanos espirituales, después), yendo más allá del comunismo<br />

monástico, se esforzaron en evitar también las posesiones de la comunidad, o sea que abatieron<br />

la producción a fin de llevar no sólo una vida en común, sino también una vida de pobreza<br />

común. Pero cuando los espirituales, a fines del siglo xm y comienzos del xiv, se pusieron a<br />

afirmar que, a semejanza de Adán en el Paraíso, ni Jesús ni sus apóstoles habían poseído nada, el<br />

papa Juan XXII condenó esta doctrina como herética. Significativamente, una copia de la Postila<br />

sobre el Apocalipsis escrita por uno de los franciscanos espirituales condenados en esa ocasión,<br />

Pedro Olivi ("j- 1298), ha llegado hasta nosotros entre los códices hutteritas.971 También hemos<br />

visto (cap. ix.l) cómo el comunismo pacifista fue fenómeno endémico en el sectarismo bohemio<br />

y moravo a lo largo del siglo xv.<br />

Por otra parte, los monjes e incluso los frailes mendicantes, aunque llevaran una vida<br />

común y persiguieran metas comunes, eran en su mayor parte individualistas religiosos, o sea<br />

que cada uno de ellos luchaba por su propia salvación. Los cenobitas discípulos de Hutter,<br />

además de ser una secta de parejas casadas y con prole, reunidos en virtud de la alianza,<br />

aseguraban ser la iglesia auténtica, o sea la comunidad de redención, fuera de la cual no podía<br />

haber salvación. Los hutteritas fueron más que cenobitas casados. Fueron una familia, una<br />

casa(Haushabm) de fe. Su comunismo fue un comunismo de amor y producción, marcado por<br />

una actitud de aceptación del sufrimiento (Gelassenhdt) y por la esperanza de una vindicación<br />

final.972<br />

Muy en los comienzos de la evolución de su teología comunal deben haberse enterado de<br />

los esfuerzos comunitarios que se registran en la historia antigua de la iglesia, además del<br />

comunismo de la iglesia de Jerusalén que se relata en los Hechos de los Apóstoles. Sus fuentes<br />

principales fueron seguramente la Crónica de Sebastián Franck, la Historia eclesiástica de<br />

Eusebio y los escritos de Hubmaier contra Zwinglio.<br />

En época posterior, acabaron por reconocer como antepasados espirituales a los<br />

terapeutas, de quienes habla en términos encomiásticos Filón de Alejandría en su tratado De la<br />

971 ME, IV, 1113.<br />

972 Roberf Friedmann, "Christian Communism", ARG, XLVI (1955), 203. Sobre ios aspectos sociológicos y económicos, véase<br />

Peter Klassen, op. cit; .especialmente el cap. IV, "The Economic Philosophy of Communal Living".

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