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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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con toda plenitud, una Persona en una naturaleza, la cual se hizo visible o corporal en el vientre<br />

de María; y b) que Cristo es un ser espiritual, procreado en un momento del tiempo (engendrado<br />

y no creado), y tiene por consiguiente una naturaleza humana, que le viene de María, lo mismo<br />

que una naturaleza divina- pueden correlacionarse con dos puntos de vista divergentes acerca de<br />

la importancia relativa del varón y de la hembra en la procreación ordinaria.<br />

De acuerdo con la doctrina aristotélico-tomista, sólo la simiente viril es formativa. De<br />

acuerdo con la biología moderna -y de acuerdo, también, con la doctrina de Lucrecio y de<br />

Hipócrates-, el varón y la hembra son en este sentido iguales, pues cada uno contribuye con su<br />

parte a la generación o progenie.783 Estos dos presupuestos filosófico-biológicos están<br />

representados entre los pensadores que sostuvieron la cristología de la carne celestial. Aunque<br />

expresaron sus opiniones en formas muy variadas y emitieron toda clase de afirmaciones y<br />

negaciones acerca de la relación de unos con otros, parece suficientemente claro que hubo, de<br />

hecho, tres corrientes principales de pensamiento, que son: 1) la relacionada con el silesio<br />

Schwenckfeid, que por cierto se presentaba a sí mismo como el más puro exponente de la<br />

doctrina durante la Era de la <strong>Reforma</strong>; 2) la de Ziegler y Holmann, que de este último, a través<br />

de Menno Simons y Dietrich Philips, se extendió a toda la población anabaptista de los Países<br />

Bajos y el Norte de Alemania; y 3) la de Servet, con huellas borrosas en Polonia y en otras<br />

reglones. Sus posiciones pueden caracterizarse así en muy pocas palabras: Clemente Ziegler, el<br />

hortelano-predicador de Estrasburgo, decía que Cristo trajo consigo del cielo un cuerpo<br />

transparente que adquirió visibilidad a través de la carne nacida del vientre de María; Hofmann<br />

postulaba una naturaleza divina única venida del cielo, pero la llamaba carne celestial y la<br />

identificaba con el maná; Servet, aunque en un principio distinguió entre la prolación de la<br />

Palabra y la generación del Hijo, habló luego de tres fases de generación y concedió que un<br />

Cristo de dos naturalezas tomó una de ellas del vientre de María, la cual es, por lo tanto,<br />

verdaderamente Theotokos (Madre de Dios); Schwenckfeid postulaba dos naturalezas, celestial<br />

la una y humana la otra, aunque aparte del reino de las criaturas, y en consecuencia se sentía<br />

capaz de refutar expresamente la acusación de eutiquianismo o de monofisismo.<br />

<strong>La</strong> doctrina de la carne celestial de Cristo entre los reformadores radicales ha sido<br />

interpretada, lo mismo por sus adversarios del siglo xvi que por sus estudiosos modernos, como<br />

un resurgimiento de la antigua cristología gnóstica y monofisita y como un abortado intento<br />

surgido en los círculos evangélicos radicales, descontentos con la cristología estrictamente calcedonia<br />

(despojada por los reformadores protestantes de otra doctrina escolástica afín, o sea la de la<br />

inmaculada concepción de María), para explicar la ausencia total de pecado que se postulaba en<br />

Cristo, así como su divina incapacidad de pecar. <strong>La</strong> antigua cristología herética, expuesta<br />

originalmente por Valentino y asimilada por Apolinar (cuyos escritos sobrevivieron atribuidos a<br />

San Atanasio) y por San Hilario de Poitiers, se transmitió de diversas maneras a los radicales del<br />

siglo xvi en estos textos, o tal vez mediante una mala interpretación de textos de autores anti-<br />

783 William Keeney aclara muy bien la importancia de estas distinciones en The Develofmmt of Dutch Anabaptist Thought and<br />

Practico, 1539-1564, Nieuwkoop, 1968, del cual se había publicado una parte en Dyck (ed.),A Legacy, pp. 55-68, con el título de<br />

"The Incarnation: A Central Concept". De manera incidental, pero amplia, me he ocupado de los cambiantes puntos de vista<br />

cristianos sobre el predominio del varón y la hembra, y sobre el debate cristiano entre traducianistas y creacionistas, en mi<br />

artículo "Religious Residues and Presuppositions", allí se publicó en losPaperson Aboition editarlos por John Noonan, ]r.,etal.,<br />

Cambridge, Mass., 1969.

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