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James Joyce

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107<br />

piedra, eso. Lunes por la mañana. A empezar de nuevo. Arrimar el hombro. Dios,<br />

qué pinta debía de tener aquella noche Dedalus me lo dijo que estaba allí. Borracha<br />

como una cuba y corcoveando con el paraguas de Martin.<br />

Y me llaman la perla de Asia,<br />

de Asia,<br />

la geisha.<br />

Apartó la mirada de mí. Lo sabe. Traquetean los huesos.<br />

La tarde aquella de la investigación post mortem. La botella rojietiquetada en la<br />

mesa. La habitación del hotel con cuadros de caza. Ambiente cargado. La luz del sol<br />

por entre los listones de las persianas. Las orejas alumbradas de sol del juez de<br />

instrucción, grandes y peludas. El botones prestaba declaración. Pensó a primera<br />

vista que estaba dormido al principio. Luego le vio como unos surcos amarillos en<br />

la cara. Se había deslizado hacia abajo hasta los pies de la cama. Veredicto:<br />

sobredosis. Muerte accidental. La carta. Para mi hijo Leopold.<br />

No más sufrimiento. Nunca más despertar. Nadie lo reclama.<br />

El coche traqueteó apresuradamente por Blessington Street abajo. Por las piedras.<br />

Vamos a paso ligero, creo, dijo Martin Cunningham.<br />

-Dios quiera que no nos vuelque en medio de la calle, dijo Mr. Power.<br />

-Espero que no, dijo Martin Cunningham. Habrá una carrera estupenda mañana en<br />

Alemania. La Gordon Bennett.<br />

-Sí, por Júpiter, dijo Mr. Dedalus. Merecería la pena verse, se lo juro.<br />

Al doblar para Berkeley Street un organillo cerca del Basin envió por el aire tras<br />

ellos una traqueteante canción bullanguera de teatro de variedades. ¿Ha visto<br />

alguien aquí a Kelly? Ka e ele ele y griega. Marcha fúnebre de Saúl. Es tan malo<br />

como el viejo Antonio. Que me dejó solonio. ¡Pirueta! El Mater Misericordiae.<br />

Eccles Street. Mi casa por allá. Un sitio grande. Sala para los incurables allí. Muy<br />

alentador. Hospital Our Lady para los moribundos. Mortuorio muy práctico debajo.<br />

Donde murió la vieja Mrs. Riordan. Tienen un aspecto terrible las mujeres. Su tazón<br />

y limpiándole la boca con la cuchara. Luego la mampara alrededor de la cama para

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