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James Joyce

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350<br />

Arrah, para joderse, de coña con tanto la pata de y Alf tratando de evitar que se<br />

cayera del jodido taburete encima del jodido perro y él a vueltas con todas las<br />

memeces imaginables sobre adiestrar con buen trato y que si el perro de pura raza y<br />

que si el perro inteligente: que termina por darte por culo. Después comienza a<br />

rebuscar unos cuantos trozos de galleta rancia del fondo de una lata de Jacobs que le<br />

dijo a Terry que trajera. Ostras, se lo devoraba lampando con una lengua de a dos<br />

varas colgándole. Casi se come la lata y todo, el jodido chucho tragón.<br />

Y a todo esto que el paisano y Bloom metidos en una discusión sobre la misma<br />

idea, los hermanos Sheares y Wolfe Tone allá en Arbour Hill y Robert Emmet y<br />

morir por la patria, el toque Tommy Moore sobre Sara Curran y aquello de que ella<br />

está lejos de la tierra donde su amado duerme. Y Bloom, cómo no, con su cigarro de<br />

agárrate fanfarroneando con la cara de pan pringado. ¡Fenómeno! El montón de<br />

carne con el que se casó sí que está hecha un buen fenómeno con un culo que tiene<br />

como un pandero. En la época en que vivían en el City Arms Burke el Picha me<br />

contó que había una vieja allí con un sobrino un poco tarado y gandul y Bloom<br />

tratando de camelársela con carantoñas jugando a la báciga con ella a ver si<br />

agarraba algún pellizco en su testamento y sin comer carne los viernes porque la<br />

vieja estaba siempre dándose golpes de pecho y sacaba al papanatas de paseo. Y una<br />

vez lo llevó a hacer el itinerario por las tabernas de Dublín y, por San Blas, que no<br />

paró hasta que lo trajo a casa más borracho que un pellejo y le dijo que había hecho<br />

eso para enseñarle las calamidades del alcohol y la leche que las tres mujeres casi lo<br />

asan vivo, es una historia curiosa, la vieja, la mujer de Bloom y Mrs. O'Dowd que<br />

llevaba el hotel. Recoño, me tuve que reír con Burke el Picha que las remedaba<br />

echándole el rapapolvo. Y Bloom con su ¿pero no comprenden? y con pero por<br />

otra parte. Y para más señales, el papanatas según me dijeron después no salía de la<br />

taberna de Power, el de las bebidas, a la vuelta en Cope Street volvía a casa a gatas<br />

en un simon cinco veces a la semana después de haber hecho el recorrido por todas<br />

las bebidas del jodido establecimiento. ¡Fenómeno!<br />

-Por los caídos, dice el paisano cogiendo su pinta y sin quitarle ojo a Bloom.<br />

-Sí, sí, dice Joe.<br />

-Usted no capta la idea, dice Bloom. Lo que quiero decir ....

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