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James Joyce

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transparentes, y no a las insignificantes de la otra que no tenían ni forma ni con-<br />

textura (¡qué descaro!) porque tenía ojos para notar la diferencia por sí mismo.<br />

Cissy venía para arriba por la playa con los dos mellizos y la pelota con el<br />

sombrero puesto de cualquier manera ladeado después de la carrera y la verdad que<br />

parecía una maruja tirando de los dos críos con aquel pingo de blusa que compró<br />

hacía sólo dos semanas como un guiñapo y un pico de las enaguas asomando algo<br />

cancaturesco. Gerty se quitó un momento el sombrero para arreglarse el pelo y una<br />

cabeza más bonita, más primorosa de mechones castañoclaros jamás se había visto<br />

sobre hombros de mujer - una pequeña belleza radiante, en verdad, casi<br />

enloquecedora en su dulzura. Tendría uno que viajar muchas y largas millas para<br />

encontrar una mata de pelo como ésa. Podía casi ver la respuesta rápida instantánea<br />

de admiración en los ojos de él que la estremeció en todo su ser. Se puso el<br />

sombrero de modo que pudiera ver por debajo del ala y columpió el zapato hebilla-<br />

do más deprisa pues se le cortó la respiración cuando advirtió la expresión de sus<br />

ojos. La acechaba como la serpiente acecha a su presa. Su instinto de mujer le decía<br />

que le había metido el demonio dentro y al pensarlo un ardor escarlata la recorrió de<br />

la garganta a la frente hasta que el delicioso color de su cara se tornó en un rosado<br />

glorioso.<br />

Edy Boardman lo estaba notando también porque miraba a hurtadillas a Gerty,<br />

medio riendo, con las gafas como de vieja solterona, haciendo como que cuidaba<br />

del bebé. Una sabandija insoportable es lo que era y siempre lo sería y por eso nadie<br />

se llevaba bien con ella metiendo las narices donde no la llamaban. Y le dijo a<br />

Gerty:<br />

-¿A ver si acierto en qué estás pensando?<br />

-¿Qué? replicó Gerty con una sonrisa incrementada con la blancura de los dientes.<br />

Me estaba preguntando si sería tarde.<br />

Porque le pedía al cielo que se llevaran a los mellizos mequetrefes y al rorro a<br />

casa y dejaran de enredar de modo que por eso había tirado la indirecta de que era<br />

tarde. Y cuando Cissy subió Edy le preguntó la hora y Miss Cissy, con toda la labia<br />

del mundo, dijo que eran las besa y media, hora de besar de nuevo. Pero Edy la<br />

quería saber porque les dijeron que volvieran temprano.

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