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James Joyce

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enarcado en oración. Todos los días debemos rendirle homenaje. Vida de la vida,<br />

tus labios avivan.<br />

Repentinamente se volvió hacia Stephen:<br />

-Te conoce. Conoce a tu viejo. Ay, timoroso soy que ése haga más el griego que<br />

los griegos. Sus pálidos ojos galileos estaban posados en el canal mesial. Venus<br />

Calipigia. ¡Ay, el trueno de esos lomos! El dios en pos de la doncella ascondida.<br />

-Queremos oír más, decidió John Eglinton con la aprobación de Mr. Best.<br />

Empezamos a interesarnos por Mrs. S. Hasta ahora habíamos pensado en ella, si es<br />

que habíamos pensado en ella, como una paciente Griselda, una Penélope muy de su<br />

casa.<br />

-Antístenes, discípulo de Gorgias, dijo Stephen, le quitó el palmarés de belleza a<br />

la paradora de Kyrios Menelao, la argiva Helena, la yegua de madera de Troya en<br />

donde durmieron una veintena de héroes, y se lo dio a la pobre Penélope. Veinte<br />

años vivió en Londres y, durante parte de ese tiempo, estuvo cobrando un sueldo<br />

igual que el del presidente del tribunal supremo de Irlanda. Tuvo una vida rica. Su<br />

arte, más que el arte del feudalismo como lo llamó Walt Whitman, es el arte del<br />

exceso. Empanadillas calientes de arenques, póculos verdes de jerez seco,<br />

melcochas, azúcares de rosas, mazapán, pichones rellenos de grosellas, dulces de<br />

eringio. Sir Walter Raleigh, cuando lo arrestaron, llevaba medio millón de francos<br />

encima incluyendo un par de corsés de fantasía. La logrera Eliza Tudor tenía ropa<br />

interior suficiente como para rivalizar con la de Saba. Veinte años estuvo allí coque-<br />

teando entre el amor marital y sus castos deleites y el amor putero y sus puercos<br />

placeres. Conocen la historia de Manningham sobre la esposa del burgués que<br />

ofreció a Dick Burbage llevárselo a su cama después de haberle visto en Ricardo III<br />

y cómo Shakespeare, que lo escuchó, sin más ruido y pocas nueces, cogió la vaca<br />

por los cuernos y, cuando llegó Burbage y llamó a la cancela, contestó desde las<br />

mantas del capón: Guillermo el Conquistador llegó antes que Ricardo III. Y la<br />

alegre damisela, Mrs. Fitton, desbocada grita ¡Oh!, y su primoroso cielito, dama<br />

Penélope Rich, una mujer de calidad es de lo más apropriada para un actor, y las<br />

pendonas de la margen derecha del río, a penique la vez.

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