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James Joyce

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322<br />

cantos de amor. Así fue, se lo juro, Sir Tom. Bob Cowley tejía. Los tenores<br />

consiguen muj. Cowley se echó para atrás.<br />

Ah, ahora lo oía, aplicándoselo ella al oído. ¡Oiga! Él oía. Maravilloso. Ella se lo<br />

aplicó al suyo. Y por entre la luz tamizada oro pálido en contraste se escurría. Para<br />

oír.<br />

Toc.<br />

Bloom a través de la puerta del bar vio una concha aplicada a sus oídos. Oyó más<br />

débilmente aquello que ellos oían, cada una sólo para sí misma, luego cada una para<br />

la otra, oyendo el salpicar de olas, fuertemente, un bramido silencioso.<br />

Bronce junto a una oro cansada, desde cerca, desde lejos, escuchaban.<br />

También su oído es una concha, el lóbulo que por ahí asoma. Ha estado en la<br />

playa. De la playa encantadoras chicas. Piel morena quemada. Debería haberse<br />

puesto crema antes para ponerse morena. Tostada con mantequilla. Ah, no hay que<br />

olvidarse de esa loción. Calenturas por la boca. La cabeza sencillamente. El cabello<br />

trenzado por encima: concha con algas. ¿Por qué se tapan las orejas con cabello de<br />

algas? Y las turcas la boca ¿por qué? Sus ojos por encima del embozo. Yashmak.<br />

Buscar la entrada. Una cueva. Prohibida la entrada salvo en horas de oficina.<br />

El mar creen que oyen. Cantando. Un bramido. Es la sangre. Borbollón en el oído<br />

a veces. Bueno, es un mar. Islas corpusculares.<br />

Maravilloso en realidad. Tan preciso. Otra vez. George Lidwell mantenía el<br />

murmullo, oyendo: luego la puso a un lado, delicadamente.<br />

-¿Qué dicen las olas salvajes? le preguntó a ella, sonrió. Adorable, marsonnente y<br />

norreplicante Lydia a Lidwell sonrió.<br />

Toc.<br />

Por la tienda de Larry O'Rourke, junto a Larry, el intrépido Larry O', Boylan se<br />

balanceaba y Boylan se volvía.<br />

Desde la olvidada concha Miss Mina se escurrió hasta sus picheles atendiendo.<br />

No, no se sentía tan sola picaruelamente la cabeza de Miss Douce le hizo saber a<br />

Mr. Lidwell. Paseos a la luz de la luna junto al mar. No, no sola. ¿Con quién?<br />

Contestó noblemente: con un caballero amigo.

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