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James Joyce

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Discutiendo estos y otros temas afines fueron derechos por detrás de la Aduana y<br />

pasaron debajo del puente de la línea de circunvalación donde un brasero de coque<br />

encendido delante de una garita, o de algo parecido, atrajo sus más bien fiaqueantes<br />

pasos. Stephen motu propio se paró sin ninguna razón en particular a mirar el<br />

montón de adoquines de desecho y a la luz que emanaba del brasero pudo casi<br />

distinguir la figura oscurecida del guarda la corporación municipal en las sombras<br />

de la garita. Empezó a recordar que esto había sucedido o se había mencionado que<br />

había sucedido antes pero le costó no poco esfuerzo recordar que reconocía al<br />

centinela como arrugo quondam de su padre, Gumley. Para evitar un encuentro se<br />

acercó más a los pilares del puente del ferrocarril. -Alguien le ha saludado, dijo Mr.<br />

Bloom.<br />

Una figura de estatura mediana de patrulla evidentemente bajo los arcos saludó de<br />

nuevo, llamando:<br />

-¡Buenas!<br />

Stephen claro está se sobresaltó algo atolondrado y se paró a devolver el saludo.<br />

Movido Mr. Bloom por motivos de delicadeza innata en la medida en que siempre<br />

había creído en no meterse donde nadie lo llamara se apartó pero no sin permanecer<br />

al qui vive con sólo un pelín de ansiedad aunque sin el más mínimo canguelo.<br />

Aunque inusual en la zona de Dublín sabía que no era en absoluto inconcebible que<br />

gente desesperada sin apenas nada que llevarse a la boca estuviera en la calle<br />

asaltando y generalmente aterrorizando a los pacíficos viandantes apuntándoles con<br />

una pistola a la cabeza en algún lugar apartado fuera de lo que es el centro de la<br />

ciudad, holgazanes hambrientos de la calaña de los de la orilla del Támesis pudiera<br />

ser que anduvieran rondando por allí o sencillamente merodeadores listos para<br />

pirarse con cualquier despojo que pudieran echarle el guante en un momento, la<br />

bolsa o la vida, dejándote allí tirado para escarmiento, amordazado y maniatado.<br />

Stephen, o sea cuando la figura que le abordaba se puso a tiro, aunque él mismo no<br />

estaba en estado sobrio en demasía reconoció el aliento de Corley fuertemente<br />

impregnado de pura malta fermentada. Lord John Corley lo llamaban algunos y su<br />

genealogía fue de esta guisa. Era el hijo mayor del Inspector Corley de la Secreta,<br />

recientemente fallecido, que había casado con una tal Kathenne Brophy, hija de un

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