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James Joyce

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65<br />

alineadas en un lado del muelle en Jaffa, un tipo las va consignando en un trapacete,<br />

peones manipulándolas descalzos con monos mugrientos. Ahí está cómosellama de.<br />

¿Qué tal? No me ha visto. Un tipo que conoces sólo de saludar un poco pelma.<br />

Tiene la espalda como la de aquel capitán noruego. A saber si me lo encontraré hoy.<br />

El carro del agua. Para provocar la lluvia. Así en la tierra como en el cielo.<br />

Una nube comenzó a cubrir el sol lentamente, totalmente. Gris. Lejos.<br />

No, no es así. Una tierra baldía, erial desnudo. Lago volcánico, el mar muerto: sin<br />

peces, ni algas, hundido profundo en la tierra. Ningún viento podría levantar esas<br />

olas, brumosas aguas venenosas, metal gris. Azufre lo llamaban cuando caía en<br />

forma de lluvia: las ciudades del llano: Sodoma, Gomorra, Edom. Todos nombres<br />

muertos. Un mar muerto en una tierra muerta, gris y antigua. Antigua aho ra.<br />

Procreó a la más antigua de las razas, a la primera. Una tarasca encorvada cruzó<br />

desde casa Cassidy, con un botellín agarrado por el cuello. Las gentes más antiguas.<br />

Deambularon errantes lejos por toda la tierra, de cautiverio en cautiverio,<br />

multiplicándose, muriendo, naciendo por todas partes. Yacía allí ahora. Ahora ya no<br />

podía dar más frutos. Muerto: de una vieja: el coño hundido y gris del mundo.<br />

Desolación.<br />

Un horror gris le punzó la carne. Doblando la hoja al guardarla en el bolsillo,<br />

volvió la esquina de Eccles Street, aligerando a casa. Fríos óleos se deslizaban por<br />

sus venas, helándole la sangre: los años encostrándole con un manto de sal. Bueno,<br />

ya estoy aquí. Sí, ya estoy aquí. Mal sabor de boca por la mañana malas<br />

ocurrencias. Me he levantado con el pie izquierdo. Debo empezar de nuevo con<br />

aquellos ejercicios de Sandow. Abajo sobre las manos. Casas de ladrillo marrón a<br />

manchones. El número ochenta todavía desalquilada. ¿Por qué será? Renta es sólo<br />

veintiocho. Towers, Battersby, North, MacArthur: las ventanas del salón emplas-<br />

tadas con carteles. Emplastos sobre un ojo dolorido. Oler el suave humo del té,<br />

humareda de la sartén, mantequilla chisporroteante. Estar cerca de su carne<br />

abundante cálida de cama. Sí, sí.<br />

Presurosa luz de sol cálida bajaba corriendo desde Berkeley Road, velozmente,<br />

con gráciles sandalias, por la soleada acera. Corre, corre a mi encuentro, una niña de<br />

cabellos de oro al viento.

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