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James Joyce

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250<br />

El Padre Conmee se alegraba desde luego de oírlo. ¿Y Mr. Sheehy en persona? Aún<br />

en Londres. La cámara aún en sesión, pues claro que sí. Un tiempo ideal que hacía,<br />

delicioso desde luego. Sí, era muy probable que el Padre Bemard Vaughan viniera<br />

de nuevo a predicar. Sí, sí: un éxito extraordinario. Un hombre excepcional<br />

realmente.<br />

El Padre Conmee se alegraba mucho de ver a la esposa de Mr. David Sheehy<br />

Miembro del Parlamento con tan buen aspecto y le rogaba diera recuerdos a Mr.<br />

David Sheehy Miembro del Parlamento. Sí, por supuesto que les haría una visita.<br />

-Buenas tardes, Mrs. Sheehy.<br />

El Padre Conmee se quitó el sombrero de seda y sonrió, al despedirse, a las<br />

cuentas de azabache de la mantilla con irisaciones de tinta al sol. Y sonrió una vez<br />

más, al marcharse. Se había cepillado los dientes, como bien sabía él, con buyo.<br />

El Padre Conmee caminó y, al caminar, sonrió pues pensó en los ojos graciosos y<br />

en el acento chulapo londinense del Padre Bernard Vaughan.<br />

-¡Eh! ¡Pilatos! ¿Por qué no ablandas a esa chusma chusca?<br />

Hombre fervoroso, no obstante. Realmente lo era. Y realmente hacía el bien a su<br />

modo. Sin ningún género de dudas. Amaba a Irlanda, decía, y amaba todo lo<br />

irlandés. De buena familia además ¿quién lo hubiera imaginado? Eran galeses ¿no?<br />

Ah, que no se le olvidara. Esa carta al padre provincial.<br />

El Padre Conmee detuvo a tres pequeños escolares en la esquina de Mountjoy<br />

Square. Sí, eran de Belvedere. De primaria. Aajá. ¿Y eran buenos en el colegio?<br />

Vaya. Eso estaba pero que muy bien. ¿Y cómo se llamaba? Jack Sohan. ¿Y éste?<br />

Ger. Gallaher. ¿Y este otro hombrecito? Se llamaba Brunny Lynam. Vaya, qué<br />

nombre más bonito.<br />

El Padre Conmee se sacó una carta del pecho y dándosela al señorito Brunny<br />

Lynam señaló el buzón rojo en la esquina de Fitzgibbon Street.<br />

-Pero mucho cuidado con no echarte tú dentro del buzón, hombrecito, dijo.<br />

Los niños seisfisgaron al Padre Conmee y rieron:<br />

-No, no, Padre.<br />

-Bien, pues a ver si sabes echar una carta, dijo el Padre Conmee.

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