28.04.2013 Views

James Joyce

James Joyce

James Joyce

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

787<br />

podía utilizarse con este propósito y otros requisitos, si su ropa fuera<br />

convenientemente cuidada de manera que se abriera camino mejor y así ganarse las<br />

simpatías de ellos ya que él, juvenil principiante en los recovecos sartonales de la<br />

sociedad, dificilmente entendería cómo algo tan insignificante como aquello podía<br />

terciar en su contra. No era en realidad más que cuestión de meses y podía fácil-<br />

mente verle participando en sus conversaziones artísticas y musicales durante las<br />

festividades navideñas, particularmente, causando un ligero revuelo en los<br />

palomares del bello sexo y considerado cantidad por las señoras en busca de<br />

emociones, casos así, como él muy bien sabía, constaban - de hecho, sin echarse<br />

faroles, él mismo en tiempos de Maricastaña, si le hubiera importado, habría<br />

podido. Sumado a todo ello claro que había que contar con los emolumentos<br />

pecuniarios que de ningún modo podían pasarse por alto, que irían seguidos de sus<br />

honorarios por enseñar. No es que, hizo un paréntesis, por amor del sucio lucro<br />

tuviera necesariamente que abrazar la vía lírica como profesión en la vida durante<br />

un periodo largo de tiempo. Pero un paso en la dirección correcta sí que lo era<br />

contra cualquier opinión opuesta y lo mismo monetaria que mentalmente no suponía<br />

sombra alguna en su dignidad en lo más mínimo y a menudo venía como llovido del<br />

cielo que le dieran a uno un talón en un momento de verdadera necesidad cuando<br />

cualquier cosilla servía de ayuda. Además, aunque el gusto últimamente se había<br />

deteriorado en extremo, música original como aquélla, diferente de la práctica<br />

convencional, se pondría rápidamente de moda ya que sería una verdadera novedad<br />

para el mundo musical de Dublín después de la retahíla trillada acostumbrada de<br />

pegadizos solos de tenor endilgados a un público incauto por parte de Ivan St.<br />

Austell y Hilton St. Just y sus genus omne. Sí, sin ningún género de dudas que<br />

podía, con todas las cartas en la mano y tenía una gran oportunidad para hacerse un<br />

nombre por sí mismo y ganarse una posición privilegiada en la estima de la ciudad<br />

donde podría exigir una cifra alta y, reservas por delante, dar un gran concierto para<br />

los asiduos del teatro de King Street, dado un padrino, si es que hubiera uno<br />

disponible que le diera un empujoncito para arriba, como quien dice, un gran si sin<br />

embargo, con algo del impulso del tipo de emprendedor que facilita la inevitable<br />

procrastinacion que a menudo confundía a las estrellas demasiado mimadas. Y no

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!