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James Joyce

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satisficieran las necesidades viajeras del público en general, el hombre medio, es<br />

decir Brown, Robinson y Cía.<br />

Era un asunto lamentable y absurdo también a primera vista y no poca culpa de ello<br />

la tiene nuestra sociedad encomiada que el hombre de la calle, cuando el sistema<br />

necesitaba verdaderamente entonarse, por cuestión de un par de cochinas libras se<br />

veía excluido de ver un poco más del mundo en que vivía en vez de estar de por<br />

siempre enjaulado desde que mi chapado-a-la-antigua me tomara una esposa.<br />

Después de todo, ya está bien, habían tenido sus once y pico de meses de rutina y se<br />

habían ganado un cambio radical de venue tras las fatigas de la vida en la ciudad en<br />

verano para variar cuando la señora Naturaleza luce sus más espectaculares galas<br />

dando nuevas fuerzas para seguir viviendo. Había oportunidades igualmente<br />

excelentes para veraneantes en la propia isla patria, lugares selváticos llenos de<br />

deleite para el rejuvenecimiento, que ofrecían una plétora de atracciones así como<br />

un tónico fortaleciente para el organismo en Dublín y sus cercanías y en sus<br />

pintorescos alrededores también, Poulaphouca hasta donde había un tranvía a vapor,<br />

pero también más allá del mundanal ruido en Wicklow, con toda razón denominada<br />

el jardín de Irlanda, vecindario ideal para timoneles mayores hasta tanto no se venga<br />

a menos, y en las tierras salvajes de Donegal donde si era verdad lo que se co-<br />

mentaba el coup d vil era realmente impresionante aunque la localidad que se acaba<br />

de mencionar no era fácilmente accesible por lo que la ola de visitantes no era aún<br />

todo lo que se podría esperar considerando los señalados beneficios que po drían<br />

derivarse de ello mientras que Howth con sus relaciones históricas y demás, Sedoso<br />

Thomas, Grace O'Malley, Jorge IV, rododendros a varios cientos de pies por encima<br />

del nivel del mar era un paraje favorito para hombres de todo tipo y condición social<br />

especialmente en la primavera cuando la fantasía de los jóvenes, aunque tenía su<br />

propio número de muertes por caída por los acantilados intencionada o<br />

accidentalmente, normalmente, por cierto, por mala pata, estando tan sólo a unos<br />

tres cuartos de hora a pie desde la columna. Porque claro está el turismo moderno<br />

estaba aún meramente comenzando, como quien dice, y el alojamiento dejaba<br />

mucho que desear. Sería interesante desentrañar le parecía a él por motivos de<br />

curiosidad, pura y simplemente, si era el tráfico lo que creaba el itinerario o

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