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James Joyce

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116<br />

Ha dicho que iría al paraíso o que está en el paraíso. Dice eso con todos. Qué<br />

trabajo más pesado. Pero tiene que decir algo.<br />

El sacerdote cerró el libro y salió, seguido del acólito. Kelleher Copetón abrió las<br />

puertas laterales y los sepultureros entraron, auparon el ataúd de nuevo, lo sacaron y<br />

metieron de un empujón en el carro. Kelleher Copetón le dio una corona al chico y<br />

otra al cuñado. Todos salieron tras ellos por las puertas laterales al apacible aire<br />

gris. Mr. Bloom salió el último doblando el periódico de nuevo en el bolsillo. Miró<br />

gravemente al suelo hasta que el carro se hubo marchado rodando hacia la<br />

izquierda. Las ruedas de metal trituraban la gravilla con rechinante ruido rasposo y<br />

el grupo de botas romas siguió al carrito rodante por un sendero de sepulcros.<br />

Larí lará larí lará larú. Señor, no debo tararear aquí.<br />

-La rotonda de O'Connell, dijo Mr. Dedalus a su alrededor.<br />

Los ojos dulces de Mr. Power se elevaron hasta la punta del encumbrado cono.<br />

-Descansa ya, dijo, en medio de su gente, el viejo Dan O'. Pero su corazón está<br />

enterrado en Roma. ¡Cuántos corazones rotos están enterrados aquí, Simon!<br />

-La sepultura de ella está por allí, Jack, dijo Mr. Dedalus. Pronto yaceré a su lado.<br />

Que El me lleve cuando así sea su voluntad.<br />

Deshecho, comenzó a llorar para sí quedamente, tropezando un poco en su<br />

marcha. Mr. Power lo cogió del brazo.<br />

-Está mejor donde está, dijo amablemente.<br />

-Supongo que sí, dijo Mr. Dedalus con un débil desfallecimiento. Supongo que<br />

está en el cielo si existe un cielo.<br />

Kelleher Copetón se echó a un lado de la hilera y facilitó a los acompañantes del<br />

duelo su penoso caminar.<br />

-Situaciones tristes, empezó Mr. Kernan cortésmente.<br />

Mr. Bloom cerró los ojos y tristemente dos veces inclinó la cabeza.<br />

-Los otros se están poniendo el sombrero, dijo Mr. Keman. Supongo que también<br />

podemos hacerlo nosotros. Somos los últimos. Este cementerio es un lugar<br />

traicionero.<br />

Se cubrieron.

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