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James Joyce

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cabeza. Las manos y el rostro de él se movían y un estremecimiento recorrió el<br />

cuerpo de ella. Se recostó hacia atrás para mirar a lo alto donde estaban los fuegos<br />

artificiales y se cogió la rodilla con las manos para no caerse de espaldas al mirar a<br />

lo alto y no había nadie que viera sólo él y ella cuando enseñó del todo sus garbosas<br />

piernas bellamente contorneadas ya ves, sedosamente suaves y delicadamente<br />

redondeadas, y le parecía oír el jadeo de su corazón, su respiración fatigada, porque<br />

ella también sabía de la pasión de hombres como aquél, de sangre caliente, porque<br />

Bertha Supple le contó una vez en absoluto secreto y le hizo jurar que nunca lo diría<br />

acerca de un caballero huésped que se alojaba con ellos perteneciente a la Junta de<br />

Comarcas Congestionadas que tenía fotos recortadas de periódicos de esas<br />

bailarinas de falda corta y piernas en alto y dijo que solía hacer cosas no muy<br />

buenas que ya te podías imaginar algunas veces en la cama. Pero esto era algo<br />

totalmente diferente de cosas como ésas porque era muy diferente porque casi sentía<br />

cómo le acercaba la cara a la suya y el primer rápido roce ardiente de sus labios<br />

generosos. Además estaba la absolución siempre que no se hiciera lo otro antes de<br />

casarse y debería haber mujeres sacerdotes que entenderían sin que se lo dijeras y<br />

Cissy Caffrey también algunas veces tenía esa cosa soñadora en la mirada soñadora<br />

de sus ojos de modo que también ella, querida, y Winny Rippingham tan loca por<br />

las fotos de actores y además era a causa de esa otra cosa que venía de camino que<br />

lo hacía.<br />

Y Jacky Caffrey gritó mirad, allí iba otro y ella se recostó hacia atrás y las ligas<br />

eran azules a juego a causa de lo transparente y todos lo vieron y todos gritaron<br />

mirad, mirad, allí va y se recostó para atrás cada vez más para ver los fuegos ar-<br />

tificiales y algo raro volaba por el aire, una cosa suave, de un lado a otro, oscura. Y<br />

vio una larga carcasa subiendo sobre los árboles, a lo alto, a lo alto, y, en la tensa<br />

quietud, todos quedaron sin aliento con la excitación según se elevó más arriba y<br />

más arriba y ella tenía que recostarse hacia atrás más y más para mirarlo en lo alto,<br />

arriba, arriba, casi no se veía, y su cara estaba inundada de un divino, un arrebatado<br />

sonrojo de estirarse hacia atrás y él podía ver sus otras cosas también, bragas de<br />

nansú, la tela que acaricia la piel, mejor que esas otras de medio ancho, las verdes,<br />

cuatro con once, por ser blancas y ella le dejó y vio que él veía y luego subió tan

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