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James Joyce

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partidarios, y sus amados aparceros desahuciados a quienes había prestado grandes<br />

servicios en las regiones rurales del país sacando la cara por ellos de una manera<br />

que excedió sus más optimistas expectativas, muy eficazmente le hicieron la pascua,<br />

amontonando así ascuas sobre su cabeza al modo de la coz del asno de la fábula.<br />

Mirando atrás ahora en una especie de orden retrospectivo todo parecía una especie<br />

de sueno. Y luego volver era lo peor que uno podía hacer porque ni que decir tiene<br />

que uno se sentiría fuera de lugar ya que las cosas siempre cambian con el tiempo.<br />

¡Vamos! según pensaba, Inshtown Strand, una localidad en la que no había estado<br />

desde hacía sus buenos años parecía diferente de una forma u otra desde que, como<br />

da la casualidad, se había ido a residir a la zona norte. Norte o sur, sin embargo, se<br />

trataba únicamente del caso bien conocido de una pasión ardiente, pura y simple,<br />

que desbarata los planes de uno de arriba abajo y probaba justo lo mismísimo que<br />

estaba diciendo ya que ella también era española o mitad española, personas que<br />

nunca hacen las cosas a medias, despreocupación apasionada del sur, mandando<br />

hasta la última chispa de decencia a tomar viento fresco.<br />

-Eso prueba justo lo que estaba diciendo, aquél, con fulgurante pecho le dijo a<br />

Stephen sobre la sangre y el sol. Y, si no me equivoco mucho ella era española<br />

también.<br />

-La hija del rey de España, contestó Stephen, añadiendo alguna que otra cosa<br />

bastante confusa sobre adiós y queden con Dios cebollas españolas y la primera<br />

tierra se llama el Muerto y que de Ramhead a Scilly había tantas y cuantas.<br />

-¿Era española? profirió Bloom, sorprendido aunque no asombrado en absoluto, no<br />

había oído ese rumor antes. Posible, especialmente allí, era porque ella había vivido<br />

allí. Conque España.<br />

Evitando cuidadosamente un libro en el bolsillo Delicias del, que le recordó por<br />

cierto ese libro de la biblioteca de Capel Street que había vencido, se sacó la cartera<br />

y, repasando rápidamente los contenidos varios que contenía finalmente.<br />

-¿Considera, por cierto, dijo, seleccionando pensativamente una foto descolorida<br />

que puso sobre la mesa, esto un tipo español?<br />

Stephen, obviamente preguntado, miró con indiferencia la foto que mostraba una<br />

señora grande con sus encantos camales de manifiesto de modo ostensible ya que

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