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James Joyce

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306<br />

Ambló Dollard, voluminosos bombachos, delante de ellos (coged a ese tipo de<br />

los: cogedle pues) hacia el salón del bar. Se dejó caer Dollard sobre la banqueta. Sus<br />

zarpas gotosas se dejaron caer sobre acordes. Cayeron, se contuvieron bruscas.<br />

Calvo Pat en la entrada se encontró con oro sinté que volvía. Sorderas, quería un<br />

Power y sidra. Bronce junto a la ventana, miraba, bronce de lejos.<br />

Calesintineo un tintilín se oreaba.<br />

Bloom oyó un tin, un sonido leve. Se va. Ligero sollozo de aliento suspiró Bloom<br />

sobre las silenciosas flores azuladas. Tintineando. Se fue. Tintineo. Oye.<br />

Amor y guerra, Ben, dijo Mr. Dedalus. Que Dios bendiga los viejos tiempos.<br />

Los valientes ojos de Miss Douce, desatendidos, se apartaron de las cortinillas,<br />

lacerados por la luz del sol. Se fue. Pensativa (¿quién sabe?), lacerada (la luz<br />

lacerante), echó la cortina con la cinta deslizante. Bajó pensativa (¿por qué se habrá<br />

ido tan rápido cuando yo?) sobre su bronce, por encima de la barra donde calvo se<br />

hallaba junto a hermana oro, inexquisito contraste, contraste inexquisito no-<br />

exquisito, lenta fresca distante profundidad de sombra deslizante verdemar, eau de<br />

Nil.<br />

-El pobre Goodwin era el pianista de aquella noche, les recordó el Padre Cowley.<br />

Había un ligero desacuerdo entre él y el piano de cola Collard.<br />

Lo había.<br />

-Todo un espectáculo era él solo, dijo Mr. Dedalus. No había quien lo parara. Se<br />

lo llevaban los mengues con unas copas que tomara.<br />

-¡Dios! ¿Se acuerdan? dijo Ben el voluminoso Dollard, apartándose del castigado<br />

teclado. Y por mi madre que yo no estaba en traje de bodas.<br />

Se rieron los tres. No estaba de bo. El trío rió. No traje de bodas.<br />

-Nuestro amigo Bloom vino que ni pintado aquella noche, dijo Mr. Dedalus.<br />

¿Dónde está mi pipa, por cierto?<br />

Caminó de vuelta a la barra a la pipa del acorde perdido. Calvo Pat acarreaba las<br />

bebidas de dos comensales, Richie y Poldy. Y el Padre Cowley volvió a reír.<br />

-Yo salvé la situación, Ben, creo.<br />

-Sí, usted fue, afirmó Ben Dollard. Recuerdo aquellos pantalones tirantes también.<br />

Fue una idea brillante, Bob.

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