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James Joyce

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encontrarte con algún ladrón que otro. Bueno, te lo encuentras. Avanzando hacia el<br />

sol de poniente. Las sombras de las mezquitas entre las columnas: sacerdote con un<br />

pergamino enrollado. Un estremecimiento de los árboles, señal, el viento vespertino.<br />

Prosigo. Cielo de oro apagándose. Una madre me observa desde la entrada. Llama a<br />

sus niños para que se metan en casa en su oscura lengua. Alto muro: más allá unas<br />

cuerdas tañen. Cielo nocturno, luna, violeta, color de las ligas nuevas de Molly.<br />

Cuerdas. Escucha. Una niña tocando uno de esos instrumentos como se llamen:<br />

dulcémeles. Sigo.<br />

Seguramente no se parecería nada realmente. Suerte de patrañas que uno lee: tras<br />

el rastro del sol. Estallido de sol en la portada. Sonrió, satisfecho de sí mismo. Lo<br />

que dijo Arthur Griffith sobre el titular del editorial del Freeman: un sol de<br />

autonomía elevándose por el noroeste desde la callejuela detrás del banco de<br />

Irlanda. Prolongó su sonrisa complacida. Qué toque de ingenio judío: sol de<br />

autonomía elevándose por el noroeste.<br />

Se aproximaba al establecimiento de Lany O'Rourke. Por la rejilla del sótano<br />

subía el flojo borbotón de cerveza negra. Por la entrada el bar lanzaba a chorros al<br />

exterior bocanadas de jengibre, polvo de té, migas de galletas. Buena casa, sin<br />

embargo: justo en el límite del tráfico urbano. Por ejemplo la de M'Auley allá abajo:<br />

no es buena su situación. Claro que si pusieran una línea de tranvías a lo largo de<br />

Norh Circular desde el mercado de ganado hasta los muelles su valor subiría como<br />

la espuma.<br />

Una cabeza calva sobre la cortinilla. Astuto vejete. Inútil sondearle para un<br />

anuncio. Aun así él conoce el negocio mejor que nadie. Ahí lo tienes, cómo no, al<br />

intrépido Larry, apoyándose en la nasa del azúcar en mangas de camisa mientras<br />

observa cómo el amandilado dependiente lampacea con cubo y fiiegasuelos. Simon<br />

Dedalus lo imita a la perfección entornando los ojos. ¿Sabe usted lo que le digo?<br />

Qué sé yo, Mr. O'Rourke. ¿Sabe usted? Los rusos, sólo serían un tentempié para los<br />

japoneses.<br />

Párate y di algo: sobre el entierro quizá. Qué pena lo del pobre Dignam, Mr.<br />

O'Rourke.

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