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James Joyce

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364<br />

Rvdo. B. R Slattery, O.M.I.; el muy Rvdo. M. D. Scally, C.P.; el Rvdo. F. T.<br />

Purcell, O.P.; el muy Rvdo. Timothy canónigo Gorman, C.P.; el Rvdo. J. Flanagan,<br />

coadjutor. Entre los seglares se hallaba P. Fay, T. Quirke, etc., etc.<br />

-Hablando de ejercicios violentos, dice Alf, ¿estuviste en el combate Keogh-<br />

Bennett?<br />

-No, dice Joe.<br />

-Oí que un fulano se sacó sus cien libras limpias, dice Alf.<br />

-¿Quién? ¿Botero? dice Joe.<br />

Y va y salta Bloom:<br />

-Lo que quiero decir sobre el tenis, por ejemplo, es la agilidad y el entrenamiento<br />

visual.<br />

-Aahá, Botero, dice Alf. Se dejó decir que Myler con lo que se entrenaba era con<br />

cerveza para subir las apuestas y a todo esto el otro pegándole al saco de arena.<br />

-Lo conocemos, el paisano dijo. El hijo del traidor. Ya sabemos lo que le metió el<br />

oro inglés en el bolsillo.<br />

Tienes toda la razón, dice Joe.<br />

Y Bloom va y vuelve a interrumpir de nuevo con lo del tenis sobre césped y la<br />

circulación de la sangre, y le pregunta a Alf:<br />

-Y dígame ¿no cree que es así, Bergan?<br />

-Myler le hizo morder el polvo, dice Alf. El combate entre Heenan y Sayers fue<br />

una mierda en comparación con eso. Le dio la tunda de María Santísima. Tenías que<br />

haber visto a ese renacuajo que no le llegaba al ombligo y al gigantón atizándole.<br />

Dios, le pegó un último metido en la boca del estómago, reglamento de<br />

Queensberry y todo, que echó las papillas que le dieron.<br />

Fue un combate titánico e histórico aquél en el que Myler y Percy se habían<br />

inscrito para calzarse los guantes por una bolsa de cincuenta soberanos. Estando<br />

como estaba en desventaja por falta de peso, el favorito de Dublín lo compensó con<br />

su técnica depurada en pugilismo. El último asalto de una verdadera exhibición de<br />

virtuosismo fue agotador para ambos campeones. El sargento mayor de peso-welter<br />

le había saltado bien las narices en la pelea anterior en la que Keogh había<br />

aguantado derechazos y castigo de la izquierda, habiendo hecho el artillero un buen

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