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James Joyce

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390<br />

¡Qué otra cosa se puede esperar de un judío! Todo para Don Menda. Espabilao<br />

como rata de retrete. Cien por cinco.<br />

-No se lo diga a nadie, dice el paisano.<br />

-¿Cómo decía? dice él.<br />

-Vámonos muchachos, dice Martin, viendo que la cosa se ponía mal. Venga ya.<br />

-No se lo diga a nadie, dice el paisano, soltando un berrido. Es un secreto.<br />

Y el jodido perro que se despierta y suelta un gruñido.<br />

-Adiós a todos, dice Martin.<br />

Y se los llevó para fuera tan rápido como pudo, Jack Power y Crofton o como se<br />

llame y él en medio de ellos haciendo como que estaba hecho un mar de dudas y<br />

arriba con ellos al airoso tílbun del demonio.<br />

-En marcha, dice Martin al calesero.<br />

El delfin blancolácteo sacudió sus crines y, ascendiendo a la popa dorada, el<br />

timonel desplegó la vela abultada contra el viento y se adentró mar adentro a toda<br />

vela, foque volante a babor. Una plétora de cautivadoras ninfas se acercaron a es-<br />

tribor y a babor y, adueñándose de los lados del espléndido velero, unieron sus<br />

rutilantes formas cual diestro ruedero cuando acopla al cubo de la rueda los radios<br />

equidistantes de los que cada uno es hermano del otro y los fija a todos en un aro<br />

exterior y le da de esta manera alas a los pies de los hombres cuando bien se<br />

levantan en armas o cuando pugnan por la sonrisa de una hermosa dama. De igual<br />

manera llegaban y se acomodaban, esas complacientes ninfas, hermanas impe-<br />

recederas. Y reían y se solazaban en el redondel de su propia espuma: y el velero<br />

cortaba las olas.<br />

Pero la hostia estaba justamente bebiendo lo que me quedaba de la pinta cuando<br />

me veo al paisano levantarse e ir naneando para la puerta, boqueando y resoplando<br />

con hidropesía, y maldiciendo las entrañas de Cromwell, echando sapos y culebras<br />

por la boca, escupiendo y espumajeando yJoe y el pequeño Alf a su alrededor como<br />

duendecillo a ver si lo calmaban.<br />

-Dejadme, dice él.<br />

Y la hostia se llegó hasta la puerta y ellos agarrándolo y vociferando como un<br />

loco:

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