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James Joyce

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191<br />

pan y un cuchillo bajo el brazo. Qué ingenioso, creo. O no. Lo del pan quiere decir<br />

haber nacido rico. Lo del cuchillo no. Pero entonces se pierde la alusión.<br />

Un camarero con delantal mal ceñido recogía pegajosos platos estruendosos.<br />

Rock, el alguacil, de pie ante el mostrador sopló a la corona de espuma de su pichel.<br />

Salud: salpicó de amarillo al lado de su bota. Un comensal, con cuchillo y tenedor<br />

levantados, los codos en la mesa, listo para repetir miraba fijamente al montacargas<br />

más allá del manchado periódico doblado. Otro tipo le decía algo con la boca llena.<br />

Oyente afable. Charloteo de mesa. Len comímch en elm Bonco delm Unchster elm<br />

lunemch. ¿Jo? ¡No me digas, por todos los santos!<br />

Mr. Bloom se llevó indecisamente dos dedos a los labios. Sus ojos decían:<br />

Aquí no está. No le veo.<br />

Fuera. No aguanto a comilones sucios.<br />

Retrocedió hacia la puerta. Tomaré algo ligero en Davy Byme. Piscolabis. Me<br />

mantendrá. Tomé un buen desayuno.<br />

-Asado con puré por aquí.<br />

-Pinta de cerveza negra.<br />

Cada uno a lo suyo, a brazo partido. Trago. Tajada. Trago. Comistrajo.<br />

Salió a un aire más limpio y se volvió hacia Grafton Street. Comer o ser comido.<br />

¡Matar! ¡Matar!<br />

Supongamos esa cocina comunal dentro de unos años quizá. Todos trotando con<br />

escudillas y fiambreras para que se los llenen. Devorar el contenido en la calle. John<br />

Howard Pamell por ejemplo el rector del Trinity cada hijo de su madre no hablemos<br />

de los rectores ni del rector del Trinity mujeres y niños cocheros sacerdotes clérigos<br />

mariscales de campo arzobispos. Desde Ailesbury Road, Clyde Road, viviendas de<br />

artesanos, casa de beneficencia sindical de Dublín norte, el alcalde en su engalanada<br />

carroza, la vieja reina en una silla de ruedas. Tengo mi plato vacío. Usted primero<br />

con nuestra taza de la corporación. Como en la fuente de Sir Philip Crampton.<br />

Quítale los microbios restregando con el pañuelo. El siguiente les pone una nueva<br />

remesa con el suyo. El Padre O'Flynn los pondría en ridículo a todos. Habría<br />

broncas de todas maneras. Todo para Don Menda. Los niños se pelearían por las<br />

rebañaduras de la olla. Haría falta una sopera tan grande como Phoenix Park.

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