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James Joyce

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exterior. A mí me mataría eso. Suerte que Molly despachó los suyos fácilmente.<br />

Deberían inventar algo para poner fin a eso. La vida con parto forzado. La idea del<br />

sueño crepuscular: a la reina Victoria le dieron eso. Nueve tuvo. Buena ponedora.<br />

La vieja que vivía en un zapato tuvo tantos hijos que. Supongamos que fuera tuber-<br />

culoso. Es hora de que alguien piense en ello en vez de tanto cascar sobre qué pudo<br />

ser el pecho meditabundo de la plateada efulgencia. Naderías para mentes necias.<br />

No sería dificil tener grandes instituciones solucionar todo el asunto sin dolor de<br />

todos esos impuestos darle a cada recién nacido cinco libras a interés compuesto<br />

hasta los veintiuno cinco por ciento serían cien chelines y las dichosas cinco libras<br />

multiplicar por veinte sistema decimal animarían a la gente a guardar dinero<br />

ahorrarían ciento diez y un poco más en veintiún años tengo que hacer las cuentas<br />

sobre el papel vendría a ser una buena suma más de lo que se piensa.<br />

No a los mortinatos claro está. Esos no están ni registrados. Trabajo en balde.<br />

Gracioso espectáculo el de ellas dos juntas, con los vientres para fuera. Molly y<br />

Mrs. Moisel. Reunión de madres. La tisis se aleja durante ese tiempo, luego vuelve.<br />

Lo lisas que parecen de repente después. Ojos en paz. Un peso quitado de encima.<br />

La vieja Mrs. Thornton era un alma de Dios. Todos mis niños, decía. La cuchara de<br />

papilla en su boca antes de darles de comer. Ummm, qué rico está. Le aplastó la<br />

mano el hijo de Tom Wall. Su primer saludo al público. La cabeza como una<br />

calabaza de concurso. El cascarrabias del Dr. Murren. La gente llamándolos a todas<br />

horas. Por Dios, doctor. La mujer está con los dolores. Luego les hacen esperar<br />

meses para sus honorarios. Por asistencias a su mujer. Qué ingrata la gente. Médicos<br />

humanitarios, la mayoría.<br />

Ante el enorme portalón del edificio del parlamento irlandés una bandada de<br />

palomos volaba. Holgorio después de las comidas. ¿Encima de quién lo hacemos?<br />

Yo escodo a ese tipo de negro. Ahí va. Allá va la buena suerte. Debe de hacer<br />

ilusión desde el aire. Apjohn, yo y Owen Goldberg encaramados a los árboles cerca<br />

de Goose Green haciendo el mono. El Caballa me llamaban.<br />

Una patrulla de guardias salió de College Street, desfilando en fila india. Paso de<br />

la oca. Caras acaloradas de comer, cascos sudorosos, acariciando las porras.<br />

Después del rancho con una buena carga de sopa espesa bajo los cinturones. La

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