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James Joyce

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301<br />

ojeó en la puerta un cartel, una sirena que se mecía fumando entre olas placenteras.<br />

Fume sirenas, la bocanada más fresca. Cabello flotante: de amor desatada. Para<br />

algún hombre. Para Raoul. Ojeó y vio a lo lejos en el puente de Essex un alegre<br />

sombrero montado en airoso tílbun. Es él. De nuevo. Por tercera vez. Coincidencia.<br />

Tintineando sobre blandas gomas el coche se oreaba desde el puente hasta<br />

Ormond Quay. Sigue. Arriésgate. Corre. A las cuatro. Casi. Fuera.<br />

-Dos peniques, señor, se aventuró a decir la dependienta.<br />

-Ya, ya ... se me olvidaba... Perdone ...<br />

-Y cuatro.<br />

A las cuatro ella. Encantadoramente ella a Blooembloom sonrió. Bloo sonn corr.<br />

Tardes. ¿Te crees el ombligo del mundo? Hace eso con todos. Para los hombres.<br />

En soñoliento silencio oro se inclinaba sobre la página.<br />

Del salón del bar llegó una llamada, de muerte lenta. Era un diapasón que tenía el<br />

afinador que se olvidó que ahora ha tocado él. Una llamada de nuevo. Que ahora él<br />

probaba ahora latía. ¿Oyes? Latía, pura, más pura, suavemente, más suavemente, la<br />

horquilla zumbando. Llamada de muerte más lenta.<br />

Pat pagó la botella corchoestallante del comensal: y por encima de vaso, bandeja y<br />

botella corchoestallante antes de marchar cuchicheó, calvo y sorderas, con Miss<br />

Douce.<br />

-Las brillantes estrellas se disipan ....<br />

Una canción sin voz cantó desde dentro, cantando:<br />

-... despunta el alba.<br />

Un armónico de doce notasgorjeantes gorgorearon brillante respuesta atiplada<br />

bajo manos sensibles. Bnllantemente las teclas, todas centelleantes, enlazadas, todas<br />

clavicordiantes, clamaron por una voz que cantara los compases del alba de rocío, la<br />

juventud, el adiós del amor, de la vida, de los albores del amor.<br />

-Perlinasgotas de rocío ....<br />

Los labios de Lenehan por encima del mostrador borbollaban un silbido apagado<br />

de cimbel.<br />

-Pero mire para acá, dijo, rosa de Castilla.<br />

Calesmuneo airoso junto al bordillo paró.

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