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James Joyce

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no conseguir él anularlo, la sentencia provisional se hizo firme. Pero en cuanto a eso<br />

los dos inculpados, enrollados cómo estaban en gran medida el uno con el otro, bien<br />

podían permitirse ignorarlo como en gran medida hicieron hasta que se puso el<br />

asunto en manos de un abogado quien interpuso una demanda a favor de la parte<br />

agraviada en su momento. Él, B., disfrutaba de la distinción de estar cercano al rey<br />

no coronado de Erín en persona cuando ocurrió aquello del fracas histórico cuando<br />

los del líder caído, que como bien se sabe se mantuvo contra viento y marea hasta la<br />

última gota incluso cuando fue cubierto con el manto de adulterio, los > hombres de<br />

confianza (los del líder) en número de diez o una docena o posiblemente incluso<br />

más penetraron en los talleres de tipografia del Insuppressible o no era el United<br />

Ireland (un apelativo poco apropiado por cierto) y destrozaron las cajas con<br />

martillos o algo parecido todo a causa de unas expresiones injuriosas de las plumas<br />

fáciles de los escribas o'brienitas ocupados en el habitual despellejarse mutuamente<br />

que tenían en el punto de mira la moral privada del en otro tiempo tribuno. Aunque<br />

evidentemente un hombre radicalmente alterado aún era una figura sobresaliente<br />

aunque descuidadamente vestido como era habitual con aspecto de resuelta de-<br />

terminación que imponía tanto a indecisos hasta que descubrieron para su gran<br />

desconcierto que su ídolo tenía los pies de barro después de colocarlo en un pedestal<br />

lo que ella, sin embargo, había sido la primera en percibir. Como aquéllas eran<br />

circunstancias particularmente delicadas en el follón general Bloom sufrió una<br />

lesión menor por sucio tiento del codo de alguien en el gentío que claro está se<br />

congregó alojandose en los alrededores de la boca del estómago, afortunadamente<br />

no de carácter grave. Su sombrero (el de Pamell) de copa se lo tiraron<br />

involuntariamente de un golpe y, como hecho estrictamente histórico, Bloom fue el<br />

hombre que lo recogió en el aplastamiento tras ser testigo del suceso con la in-<br />

tención de devolvérselo (y se lo devolvió en efecto con toda celeridad) el cual,<br />

suspirando y sin sombrero y cuyos pensamientos estaban a millas de distancia del<br />

sombrero en aquellas circunstancias a pesar de ello como un caballero que era con<br />

intereses en el campo él, de hecho, habiéndose metido en ello más por el prestigio<br />

de la cosa que por ninguna otra razón, lo que se ha mamado infundido en él en su<br />

infancia en las rodillas de su madre en la forma de saber qué son buenos modales le

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