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James Joyce

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Las manos eran de alabastro delicadamente jaspeado con dedos alargados y tan<br />

blancas como el zumo de limón y la reina de los ungüentos pudieran ponerlas<br />

aunque no era verdad que se pusiera guantes de cabritilla para dormir ni que tomara<br />

baños de pies con leche. Bertha Supple se lo dijo una vez a Edy Boardman, una<br />

mentira maliciosa, cuando estaba reñida con Gerty (las amigas tenían como es<br />

natural sus pequeñas peleas de vez en cuando como el resto de los mortales) y le<br />

dijo que no dijera a nadie que lo que le contaba se lo había dicho ella que si no no le<br />

volvería a hablar nunca jamás. No. La verdad sea dicha. Había en Gerty un<br />

refinamiento innato, un lánguido hauteur de reina que incuestionablemente se<br />

evidenciaba en sus delicadas manos y en el bien arqueado empeine. Si al menos el<br />

destino propicio la hubiera hecho nacer dama de alta alcurnia por derecho propio y<br />

si al menos hubiera recibido el beneficio de una buena educación Gerty MacDowell<br />

podría fácilmente haber estado a la altura de cualquier señora del país y haberse<br />

visto exquisitamente engalanada con joyas en la frente y próceres pretendientes a<br />

sus pies contendiendo entre ellos por rendirle sus respetos. Y tal vez era eso, el<br />

amor que pudo haber sido, lo que prestaba a su rostro de delicadas facciones en<br />

ocasiones una mirada, tensa y contenida, que confería una extraña y anhelante<br />

cualidad a sus bellos ojos, un embrujo que pocos podían resistir. ¿Por qué hay<br />

mujeres que tienen ese hechizo en los ojos? Los de Gerty eran del azul más azul<br />

irlandés, realzados por unas deslumbrantes pestañas y expresivas cejas oscuras.<br />

Tiempo hubo cuando aquellas cejas no eran seducción sedosa. Fue Madame Vera<br />

Venty, directora de la sección La mujer bella de la Princess Novelette, la primera en<br />

aconsejarle que probara con lápiz de alcohol que prestaba a los ojos esa expresión<br />

perturbadora, tan favorecedora en las dirigentes de la moda, y nunca se había<br />

arrepentido de ello. Luego había sonrojos científicamente curados y cómo ser alta<br />

incremente su estatura y tiene un rostro bello pero ¿qué le pasa a su nariz? Eso le<br />

vendría bien a Mrs. Dignara porque la tenía chata. Pero lo más llamativo de Gerty<br />

era su hermosura de pelo. Era castaño oscuro con ondulación natural. Se lo había<br />

cortado esa misma mañana por aquello de la luna nueva y le caía de la linda<br />

cabecita en una riqueza de mechones desbordantes y también se había cortado las<br />

uñas, el jueves buen día para dinero. Y ahora mismo con las palabras de Edy una

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