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James Joyce

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74<br />

Prosiguió andando. ¿Dónde está mi sombrero, por cierto? He debido de ponerlo<br />

de nuevo en el gancho. O al colgarlo el suelo. Extraño que no lo recuerde. El<br />

perchero demasiado lleno. Cuatro paraguas, impermeable de ella. Al recoger las<br />

cartas. La campanilla del establecimiento de Drago que suena. Curioso estaba<br />

pensando justo en ese momento. Cabello castaño abrillantinado por encima del<br />

cuello. Se acababa de lavar y cepillarse. A saber si tendría tiempo de tomar un baño<br />

esta mañana. Tara Street. El tipo aquel de la taquilla ayudó a fugarse a <strong>James</strong><br />

Stephens, dicen. O'Brien.<br />

Voz profunda tiene ese individuo Dlugacz. ¿Agendath cómo era? ¡Ea, señorita<br />

mía! Entusiasta.<br />

De una patada abrió la puerta desencajada del excusado. Mejor será que cuide de<br />

no mancharme estos pantalones del entierro. Entró, agachando la cabeza por debajo<br />

del dintel. Dejando la puerta entreabierta, en medio de la peste a cal mohosa y de<br />

telarañas rancias se desabrochó los tirantes. Antes de sentarse escudriñó por un<br />

resquicio las ventanas de la casa de al lado. El rey estaba en la sala de cuentas.<br />

Nadie.<br />

En cuclillas sobre el banquillo de escamio desdobló el periódico, pasando las<br />

páginas sobre las rodillas desnudas. Algo nuevo y fácil. No hay prisa. Aguántatelo<br />

un poco. Cuento premiado titbit: El golpe magistral de Matcham. Escrito por Mr.<br />

Plrilip Beaufoy, del Club de Amigos del Teatro, de Londres. A razón de una guinea<br />

la columna se ha pagado al escritor. Tres y media. Tres libras con tres. Tres libras,<br />

trece con seis.<br />

Plácidamente leyó, conteniéndose, la primera columna y, cediendo pero<br />

resisitiéndose, comenzó la segunda. A la mitad, cediendo su última resistencia,<br />

permitió que el vientre se vaciara plácidamente mientras leía, leyendo aún paciente-<br />

mente el ligero estreñimiento de ayer completamente desaparecido. Espero no sea<br />

demasiado grande vuelvan de nuevo las hemorroides. No, lo justo. Así pues. ¡Ay!<br />

Estreñido. Una tableta de cáscara sagrada. La vida podría ser así. No le afectaba ni<br />

le emocionaba pero era algo ligero y bien cuidado. Publican cualquier cosa ahora.<br />

Qué estación más tonta. Siguió leyendo, sentado calmoso sobre su propio tufo<br />

ascendente. Bien cuidado ciertamente. Matcham piensa a menudo en elgolpe

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