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James Joyce

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estaban en esa coyuntura comenzando a mostrar síntomas de animación era tan<br />

astuto si no más astuto que cualquier criatura viviente y quienquiera que hiciera<br />

conjeturas al contrario habría hallado muy rápidamente que se encontraba en<br />

dirección equivocada. Durante los últimos cuatro minutos o por ahí había estado<br />

mirando fijamente una cierta cantidad de cerveza Bass embotellada por los Sres.<br />

Bass y Cía. en Burton-on-Trent que daba la casualidad estaba situada entre otras<br />

muchas justo enfrente de donde él estaba y que indudablemente se había calculado<br />

que atrajera la atención de cualquiera por razón de su envoltura colorada. Él estaba<br />

simple y llanamente, como subsiguientemente se reveló por razones sólo conocidas<br />

por él, que dio un cariz totalmente diferente a la discusión precedente, después de<br />

las observaciones del momento anterior sobre los días de la niñez y del hipódromo,<br />

recordando dos o tres transacciones particulares suyas de las que los otros dos eran<br />

mutuamente tan inocentes como niño por nacer. Finalmente, sin embargo, los ojos<br />

de ambos coincidieron y tan pronto como se dejó traslucir que el otro tenía la<br />

intención de servirse de la cosa él involuntariamente decidió servirle él mismo y en<br />

consecuencia echó mano al cuello del recipiente de cristal de tamaño medio que<br />

contenía el fluido buscado y ocasionó una copiosa merma en él al echar una buena<br />

cantidad del mismo con, también al mismo tiempo, sin embargo, un considerable<br />

grado de atención con el propósito de no derramar nada de la cerveza que había en<br />

él por todas partes.<br />

La discusión que siguió fue en su alcance y rumbo un epítome de la carrera de la<br />

vida. Ni el lugar ni el concurso estaban desprovistos de dignidad. Los discutidores<br />

eran los más agudos del país, el tema del que se ocupaban el más noble y crucial. La<br />

importante sala de la casa de Home jamás había contemplado una asamblea tan<br />

representativa y tan variada ni los viejos pares de aquella institución habían nunca<br />

oído un lenguaje tan enciclopédico. Una espléndida vista era aquélla en verdad.<br />

Crotthers estaba allí al otro lado de la cabecera de la mesa con su vistosa vestimenta<br />

montañesa, el rostro radiante de los aires marinos del Mull de Galloway. También<br />

allí, frente a él, estaba Lynch en cuyo semblante asomaban ya los estigmas de una<br />

temprana depravación y sabiduría prematura. Junto al escocés estaba el sitio<br />

asignado a Costello, el excéntrico, mientras que a su lado estaba sentado en

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