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James Joyce

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que no sabía cómo preparar el terreno o expresársela exactamente, suponiendo que<br />

acogiera la propuesta, ya que le proporcionaría un gran placer personal si le<br />

permitiera ayudarle con algo de dinero o ropa, si surgía la oportunidad. De todas<br />

formas concluyó, evitando por lo pronto procederes conservadores, una taza de<br />

cacao Epp y una cama improvisada para descansar más el uso de una o dos<br />

alfombras y un abrigo doblado de almohada al menos estaría en buenas manos y tan<br />

calentito como pájaro en su nido era incapaz de ver ningún daño irreparable en ello<br />

a condición de que no se armara revuelo de ningún tipo. Había que dar un paso<br />

porque aquella dichosa alma infeliz, el viudo al acecho en cuestión que parecía estar<br />

pegado a su sitio, no parecía tener ninguna prisa en particular por enfilar a casa a su<br />

carísima y amada Queenstown y era altamente probable que el lupanar de algún<br />

sanguijuela de bellezas jubiladas donde la edad no era ninguna traba de una bocaca-<br />

lle de Sheriff Street Lower fuera la mejor indicación del paradero de aquel ambiguo<br />

personaje durante los próximos días, alternativamente atormentando sus<br />

sentimientos (los de las sirenas) con anécdotas de revólveres de recámara rayando<br />

en lo tropical calculadas para helarle la sangre en las venas a cualquiera y<br />

achuchando sus encantos de gran tamaño de cuando en cuando con alborotado<br />

entusiasmo violento acompañándose de grandes potaciones de güisqui matarratas y<br />

dándose coba como siempre pues en cuanto a quién era él en realidad que x sea<br />

igual a mi nombre y dirección correctos, como observa la señora Álgebra passim.<br />

Al mismo tiempo se reía para sus adentros por su buena réplica al campeón de la<br />

sangre y los clavos de Cristo con lo de que su dios era judío. La gente aguantaba<br />

que les mordiera un lobo pero lo que verdaderamente les sacaba de quicio era que<br />

les mordiera una oveja. El punto más vulnerable también del tierno Aquiles.<br />

Vuestro dios era judío. Porque a menudo parecen imaginar que era de Carrick-on-<br />

Shannon o de algún lugar del condado de Sligo.<br />

-Propongo, sugirió nuestro héroe finalmente después de ponderada reflexión al<br />

tiempo que prudentemente se embolsaba la foto de ella, ya que aquí el aire está más<br />

bien cargado que se venga a casa conmigo y hablemos de todos estos asuntos. Mi<br />

alojamiento está muy cerca en los alrededores. No puede beberse esa porquería. ¿Le<br />

gusta el cacao? Espere. Voy a pagar todo esto.

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