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James Joyce

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granjero de Louth. Su abuelo Patrick Michael Corley de New Ross había casado con<br />

la viuda de un tabernero de por allí cuyo nombre de soltera había sido Katherme<br />

(también) Talbot. Según se rumoreaba (aunque no estaba probado) ella descendía de<br />

la casa de Lord Talbot de Malahide en cuya mansión, en realidad una residencia<br />

indudablemente distinguida dentro de su categoría y bien merecedora de una visita,<br />

su madre o su tía o algún familiar, mujer, según decían, de extrema belleza, había<br />

tenido el honor de pertenecer al servicio de la pila de lavar. Ésta por tanto era la<br />

razón por la que el en comparación aún joven aunque disoluto hombre que ahora se<br />

dirigía'a Stephen era aludido por algunos con proclividades chistosas como Lord<br />

John Corley.<br />

Cogiendo a Stephen aparte hubo de contarle la triste cantinela acostumbrada. No<br />

tenía ni un ochavo para pagarse la noche en una pensión. Sus amigos todos le<br />

habían abandonado. Más aún había tenido una pelea con Lenehan y lo llamó delante<br />

de Stephen jodido rácano ventanero junto con una rociada de otras expresiones que<br />

nadie le había pedido. No tenía trabajo e imploró a Stephen que le dijera dónde en<br />

este puñetero mundo de Dios podía conseguir algo, cualquier cosa, que pudiera<br />

hacer. No, fue la hija de la madre la de la pila de lavar la que era hermana de leche<br />

del heredero de la casa o bien estaban emparentados por la madre de alguna manera,<br />

habiendo sucedido ambos acontecimientos al mismo tiempo si es que no era toda la<br />

historia pura ficción de principio a fin. De todas formas, él estaba agotado.<br />

-No se lo pediría sólo que, prosiguió, le juro y bien lo sabe Dios que estoy sin<br />

blanca.<br />

-Habrá un puesto mañana o al día siguiente, le dijo Stephen, en un colegio de niños<br />

de Dalkey para un auxiliar de maestro. Mr. Garrett Deasy. Pruebe a ver. Diga que<br />

va de mi parte.<br />

-Por Dios, replicó Corley, seguro que yo no sería capaz de enseñar en una escuela,<br />

hombre. Nunca he sido de los listos, añadió haciendo por reír. Tuve que repetir dos<br />

veces en la primaria con los Hermanos de las Escuelas Cristianas.<br />

-Yo tampoco tengo dónde dormir, le informó Stephen.<br />

Corley así de sopetón estuvo dispuesto a sospechar que tenía algo que ver con que<br />

hubieran puesto de patas en la calle a Stephen de su cubil por meter a una jodida

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