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James Joyce

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763<br />

Lanzó una larga mirada de tú-estás-equivocado a Stephen de timorato y oscuro<br />

orgullo por la templada censura con una ojeada además de ruego pues él parecía<br />

columbrar de alguna manera que aquello no era todo exactamente.<br />

-Ex quibus, masculló Stephen en tono evasivo, sus dos o cuatro ojos cruzándose,<br />

Christus o Bloom se llame o después de todo cualquier otro, secundum carnem.<br />

-Claro que, Mr. Bloom procedió a estipular, hay que mirar los dos lados de la<br />

cuestión. Es dificil establecer normas estrictas acerca del bien y el mal pero lugar<br />

para mejoras para todo desde luego que lo hay aunque cada país, dicen, incluido el<br />

desdichado del nuestro, tiene el gobierno que se merece. Pero con un poco de buena<br />

voluntad por parte de todos. Está muy bien todo eso de alardear de superioridad<br />

mutua pero que hay de la igualdad mutua. Detesto la violencia y la intolerancia bajo<br />

cualquier forma o manera. Nunca logra ni frena nada. Una revolución debe hacerse<br />

dentro de un proyecto de plazos calculados. Es un absurdo palmario así de pronto<br />

odiar a la gente sólo porque vivan a la vuelta de la esquina y hablen otra lengua,<br />

puerta con puerta como quien dice.<br />

-Memorable la batalla del puente de Bloody y la guerra de los siete minutos, asintió<br />

Stephen, entre Skinner's Alley y el mercado de Ormond.<br />

Sí, Mr. Bloom aceptó completamente, aprobando enteramente el comentario, que<br />

era aplastantemente correcto. Y el mundo entero estaba repleto de ese tipo de cosas.<br />

-Acaba de quitarme las palabras de la boca, dijo. Una confusión de testimonios<br />

contrapuestos que francamente no podría uno ni remotamente ....<br />

Todas esas desgraciadas disputas, en su humilde opinión, removiendo la mala<br />

sangre, debido a algún bulto de combatividad o glándula de algún tipo, que<br />

erróneamente se suelen achacar a formalismos de honor y de banderas, eran en gran<br />

medida una cuestión monetaria, cuestión que estaba detrás de todo lo que olía a<br />

codicia y celos, la gente que nunca sabe dónde está el límite.<br />

-Acusan, comentó de manera audible.<br />

Se apartó de los demás que probablemente y habló más cerca de, para que los otros<br />

en caso de que.<br />

-Los judíos, notificó en un aparte al oído de Stephen, son acusados de devastación.<br />

Ni un ápice de verdad hay en ello, puedo asegurarlo. La historia, sorprendería

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