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James Joyce

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60<br />

ascendí de soldado raso, señor, y estoy orgulloso de ello. Aun así tuvo bastante<br />

caletre para dar con el filón de los sellos. Eso sí que fue tener vista.<br />

La mano cogió el sombrero del gancho encima de su grueso abrigo con sus<br />

iniciales y del impermeable de segunda mano de la oficina de objetos perdidos.<br />

Sellos: estampas de reverso engomado. Diría que montones de oficiales están en el<br />

ajo también. Claro que sí. El marbete sudado en la copa del sombrero le decía<br />

mudamente: Plasto: sombreros de gran ca. Fisgó apresuradamente bajo la cinta de<br />

cuero. Tira de papel blanco. A buen recaudo.<br />

En el escalón de la puerta se palpó el bolsillo del pantalón en busca de la llave. No<br />

está ahí. En los pantalones que me quité. Tengo que cojerla. La patata la tengo.<br />

Armario chirriante. No hay por qué molestarla. Se volvió adormiladamente en ese<br />

momento. Tiró de la puerta del recibidor tras de sí muy quedamente, más, hasta que<br />

el batiente inferior encajó delicadamente en el umbral, una tapa floja. Parecía<br />

cerrada. Así está bien hasta que vuelva de todas formas.<br />

Cruzó a la parte soleada, evitando la trampilla del sótano suelta del número<br />

setentaicinco. El sol se estaba acercando a la torre de la iglesia de George. Va a<br />

hacer un día de calor me imagino. Especialmente con estas ropas negras lo sentiré<br />

más. El negro conduce, refleja, (¿se dice refracta?), el calor. Pero no puedo ir con el<br />

traje claro. Como si fuera de merienda al campo. Los párpados se le entornaban<br />

plácidamente a menudo mientras caminaba en cálido contento. El carromato del pan<br />

de Boland que nos reparte en bandejas el nuestro de cada día pero ella prefiere los<br />

picos coscurritos calientes de las hogazas de ayer revenidas. Te hace sentir joven.<br />

En algún lugar del este: por la mañana temprano: te pones en marcha al amanecer.<br />

Viajas todo alrededor delante del sol, le adelantas un día de marcha. Repitiéndolo<br />

siempre nunca envejeces ni un sólo día técnicamente. Caminas por una playa, tierras<br />

extrañas, llegas a las puertas de una ciudad, centinela allí, viejo oficial chusquero<br />

además, los grandes mostachos del viejo Tweedy, apoyándose en una especie de<br />

lanza larga. Deambulas por calles entoldadas. Caras enturbantadas pasan.Antros<br />

oscuros de tiendas de alfombras, hombre grande, Turco el terrible, sentado con las<br />

piernas cruzadas, fumando en serpentinado chibuquí. Gritos de vendedores por las<br />

calles. Beber agua aromatizada con hinojo, sorbete. Callejeas todo el día. Podrías

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