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James Joyce

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266<br />

-Por aquí, dijo, caminando hacia la derecha. Quiero entrar un segundo en Lynam<br />

para ver cómo se cotiza Cetro de salida. ¿Qué hora es por su reloj y cadena de oro?<br />

M'Coy miró con ojos de miope el interior de la oficina umbría de Marcus Tertius<br />

Moses, luego el reloj de casa O'Neill.<br />

-Pasadas las tres, dijo. ¿Quién la monta?<br />

-O'Madden, dijo Lenehan. Y una potra de mucho brío que es.<br />

Mientras esperaba en Temple Bar M'Coy fue empujando una cáscara de plátano<br />

con suaves puntapiés desde la acera hasta la alcantarilla. Alguien podría meterse un<br />

buen batacazo si viene con una tajada en la oscuridad.<br />

La verja del paseo se abrió de par en par para facultar la salida de la comitiva<br />

virreinal.<br />

-A la par, dijo Lenehan al regresar. Me he topado con Lyons Gallito ahí dentro<br />

que iba a apostar por un jodido caballo que alguien le ha sugerido y que no tiene la<br />

más remota. Por aquí.<br />

Subieron por los escalones y siguieron bajo Merchants' Arch. Una figura<br />

dorsoscura inspeccionaba libros en el tenderete de un vendedor ambulante.<br />

-Ahí está, dijo Lenehan.<br />

-A saber lo que estará comprando, dijo M'Coy, echando una ojeada para atrás.<br />

-Leopoldo o el Brotebloom en el centeno, dijo Lenehan.<br />

-Pierde la cabeza por los saldos, dijo M'Coy. Estaba con él un día y le compró un<br />

libro a una vieja de Liffey Street por dos chelines. Tenía hermosos grabados que<br />

valían el doble de lo pagado, estrellas y la luna y cometas de largas colas. Era de<br />

astronomía.<br />

Lenehan se rió.<br />

-Le contaré una muy buena sobre colas de cometas, dijo. Pongámonos al sol.<br />

Cruzaron hacia el puente de hierro y fueron a lo largo de Wellington Quay junto al<br />

muro del río.<br />

El señorito Patrick Aloysius Dignam salía de casa Mangan, antes Fehrenbach,<br />

portando libra y media de filetes de cerdo.<br />

-Hubo una gran comilona en el reformatorio de Glencree, dijo Lenehan<br />

animadamente. La cena anual, ya sabe. De alto copete. El alcalde estaba allí, Val

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