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James Joyce

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182<br />

suerte del policía es a menudo afortunada. Se separaron en grupos y se dispersaron,<br />

saludando, hacia sus rondas. Los han soltado a pastar. El mejor momento para<br />

atacar a uno en los postres. Un puñetazo en la comida. Una patrulla de otros,<br />

desfilando irregularmente, rodeó la verja del Trinity camino de la comisaría. Rumbo<br />

al comedero. Listos para enfrentarse a la caballería. Listos para enfrentarse a la<br />

sopa. Cruzó bajo el pícaro dedo de Tommy Moore. Hicieron bien al ponerlo en los<br />

urinarios: confluencia de aguas. Debería haber lugares para las mujeres. Entran<br />

corriendo en una pastelería. Voy a colocarme bien el sombrero. No hay en todo este<br />

ancho mundo un vaalle. Canción formidable la de Julia Morkan. Conservó la voz<br />

hasta el final. Discípula de Michael Balfe ¿no fue así?<br />

Siguió con la mirada fija la última casaca de paño. Se las tienen que ver con<br />

clientes peligrosos. Jack Power podría más de una historia contar: el padre uno de la<br />

pasma. Si un fulano les da guerra cuando le echan el guante le dan de lo lindo en la<br />

trena. No se les puede culpar después de todo con el trabajo que tienen<br />

especialmente con los galochines. Aquel policía a caballo el día en que le dieron a<br />

Joe Chamberlain el título en Trinity ése sí que dio leña. ¡Palabra que sí! Los cascos<br />

del caballo chacoloteando detrás nuestro por Abbey Street abajo. Suerte que tuve la<br />

sangre fría de meterme en la taberna Manning o hubiera ido aviado. Sí que venía<br />

zurrando, caray. Se tuvo que haber roto la crisma en el adoquinado. No debí<br />

haberme dejado llevar por aquellos medicinantes. Y los novatos del Trinity con los<br />

birretes. Buscando pelea. Aun así conocí a aquel joven Dixon que me trató la<br />

picadura en el Mater y ahora está en Holles Street donde Mrs. Purefoy. Engranaje<br />

complicado. El silbato de la policía aún en los oídos. Todos se largaron. Por qué la<br />

tomó conmigo. Bajo arresto. Justo aquí mismo empezó todo.<br />

-¡Vivan los bóers!<br />

-¡Tres hurras por De Wet!<br />

-Colgaremos a Joe Chamberlain del palo mayor.<br />

Como cabras: partida de cachorros voceando hasta desgañitarse. Vinegar Hill. La<br />

banda de los Lecheros. En unos cuantos años la mitad de ellos magistrados y<br />

funcionarios. Llega la guerra: al ejército pitando: los mismos que solían. Aunque<br />

sea en lo alto del patíbulo.

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