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James Joyce

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208<br />

-Inmediatamente, dijo él, chirriando para irse, aunque rezagándose. El bello<br />

soñador ineficaz que naufraga despedazándose contra la dura realidad. Uno siempre<br />

sabe que los juicios de Goethe son tan verdaderos. Verdaderos en un análisis global.<br />

Doblechirriantemente análisis se coreomarchó. Calvo, el más cumplidor junto a la<br />

puerta prestó todos sus oídos a las palabras del ayudante: las oyó: y se fue.<br />

Quedaban dos.<br />

-Monsieur de la Palice, dijo Stephen con sorna, estaba vivo quince minutos antes<br />

de su muerte.<br />

-¿Encontró a esos seis valientes medicinantes, preguntó John Eglinton destilando<br />

hiel de viejo, para que escriban Elparaíso perdido a su dictado? Los pesares de<br />

Satán lo llama él. Sonríe. Sonríe la sonrisa de Cranly.<br />

Primero la cosquilleó<br />

luego la toqueteó<br />

luego el catéterfemenino le metió<br />

pues era un medicinante<br />

un jovial medi ....<br />

-Presiento que necesitará uno más para Hamlet. El siete es caro a la mente mística.<br />

Los fulgurantes siete los llama W. B. Yeats.<br />

Ojidestellante su cráneo rufo cercano a la lámpara de sobremesa verdicaperuzada<br />

buscó la cara barbada por entre la sombra más verdinegra, un vate, ojisacro. Rió por<br />

lo bajo: risa de becario del Trinity: incontestada.<br />

Satán orquestal, lloraba en muchos acres<br />

lágrimas como las del llanto del ángel.<br />

Ed egli avea del cul fatto trombetta.<br />

Retiene mis locuras en prenda.<br />

Los once fieles de Wicklow de Cranly para liberar su suelopatrio. Kathleen la<br />

mellada, el verdor de sus cuatro hermosos campos, el extraño en su casa. Y uno más

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