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James Joyce

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420<br />

del tranviario de esta mañana. Ese mentecato de M'Coy parándome para no decir<br />

nada. Y de su mujer el contrato por el país la maleta, la voz de zapapico.<br />

Agradecido por los pequeños favores. Una ganga además. Encuna de propina.<br />

Porque ellas también lo quieren. Aves rapaces por naturaleza. Tropeles de ellas cada<br />

tarde salen de las oficinas. Discreción es preferible. No lo quieres te lo tiran a la<br />

cara. Cazarlas fresquitas, Oh. Una pena que no se puedan ver a sí mismas. Un sueño<br />

de medias bien rellenitas. ¿Dónde fue eso? Ah, sí. Las imágenes en el mutoscopio<br />

de Capel Street: hombres sólo. Tom el fisgón. El sombrero de Willy y lo que las<br />

chicas hicieron con él. ¿Fotografiar a esas chicas o es todo una tomadura de pelo?<br />

La fngerie lo consigue. Buscaban sus curvas dentro del desbabillé. Las excita<br />

también cuando están. Estoy limpia ven y ensúciame. Y les gusta vestirse unas a<br />

otras para el sacrificio. Milly se entusiasmaba con la blusa nueva de Molly. Al<br />

principio. Ponérselo todo para quitárselo todo. Molly. Por eso le compré las ligas<br />

violeta. Nosotros también: la corbata que él llevaba, los preciosos calcetines y<br />

pantalones con vueltas. Llevaba un par de polainas la noche que nos conocimos. Su<br />

preciosa camisa resplandecía bajo su ¿qué? de azabache. Dicen que una mujer<br />

pierde sus encantos con cada alfiler que se quita. Sujetas con alfileres. Oh, Mari<br />

perdió el alfiler de las. Vestidas de punta en blanco para alguno. La moda parte de<br />

su encanto. Cambia cuando se le está cogiendo el tranquillo. Excepto el oriente:<br />

María, Marta: ahora como entonces. Ninguna oferta razonable rechazada. Tampoco<br />

tenía mucha prisa. Siempre detrás de algún fulano cuando están. Nunca olvidan una<br />

cita. Por si acaso. Creen en la suerte porque como ellas. Y las otras dispuestas a<br />

meterse con ella de vez en cuando. Las amigas en la escuela, enlazándose por el<br />

cuello o con los diez dedos enganchados, besuqueándose y susurrándose naderías en<br />

el jardín del convento. Monjas de caras encaladas, frías cofias y sus rosarios de un<br />

lado a otro, vengativas también por lo que no pueden tener. Alambre de espino. A<br />

ver si de verdad me escribes. Y te escribiré. ¿No te olvidarás? Molly y Josie Powell.<br />

Hasta que llega don Elegido, luego se ven de higos a brevas. Tableau! ¡Oh, mira<br />

quién es no lo puedo creer! ¿Qué tal? ¿Qué ha sido de tu vida? Beso y encantada,<br />

beso, de verte. Buscando defectos en el aspecto de la otra. Estás espléndida. Almas

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