La empleabilidad de los jóvenes en Castilla y León - Consejo ...

1.- El nivel educativo es un factor esencial, pues los títulos académicos actúan como
credenciales de acceso a algunos puestos de trabajo (ejemplo señero viene dado por el
empleo público, donde la posesión de una determinada titulación abre las puertas a la
entrada o la promoción a ciertas ocupaciones), predeterminan las nociones de trabajador
cualificado y no cualificado y su posesión afecta a la percepción individual respecto al
desarrollo profesional deseado y al propio merecimiento, lo que acaba por configurar pautas
de comportamiento diferenciadas.
Así, en el caso de personas con bajo nivel educativo sus perspectivas profesionales suelen
ser más limitadas, orientadas a lograr estabilidad en el empleo y unos ingresos corrientes
aceptables, aun cuando a menudo deban conformarse con una situación vital de permanente
inseguridad económica en forma de ingresos muy reducidos o una enorme inestabilidad
laboral 235 .
En cambio, cuando de personas con titulación elevada se trata, la situación suele presentar
ciertas divergencias, pues su comportamiento se orienta a lograr el empleo que creen
merecer, sea en términos monetarios, sea de cara a la satisfacción de una aspiración vital,
objetivo que cuando el país se caracterizaba por un bajo nivel de producción de titulados se
intuía accesible, pues prácticamente estaba garantizada su absorción laboral en puestos, a
menudo en el empleo público, bien retribuidos o capaces de colmar las expectativas
laborales de estos sujetos. Esta situación ha reforzado la aspiración a una carrera profesional
y ha marcado pautas de comportamiento bien definidas: en primer lugar, el empleo en
puestos de trabajo fuera de la propia perspectiva profesional es apreciado como un mero
recurso para obtener ingresos (trabajos que se compaginan con la etapa educativa, aquellos
que se desempeñan para lograr algo de dinero mientras se alcanza la colocación deseada…),
pero sin un interés específico en su consolidación; en segundo término, los empleos que se
valoran como apropiados para la propia carrera profesional son a menudo percibidos como
“oportunidades” con independencia de las condiciones objetivas (salario, horario, duración…)
que ofrecen, por lo que son aceptados con la esperanza de que sirvan de puerta para
acceder al trabajo anhelado; por último, se interioriza el discurso de la competitividad como
clave de la consolidación profesional, percibida como una carrera individual contra el resto de
colegas en análoga situación (lo que permite a las empresas manipular los procesos de
promoción para lograr de cada individuo un superior esfuerzo y sacrificio --en términos de
intensidad del trabajo, inestabilidad, bajos salarios-- con la esperanza de ser quien alcance el
premio del empleo “merecido”), dando pie a un proceso que se hace cada vez más arduo y
prolongado, en tanto del déficit de titulados superiores se ha pasado a la sobreabundancia.
Los programas de fomento del empleo atienden a la variable dada por la formación cuando,
desde una perspectiva claramente restrictiva, limitan la bonificación por contratos indefinidos
suscritos con jóvenes a aquellos celebrados con cuantos se sitúen entre los 16 y los 30 años,
siempre y cuando encuentren especiales problemas de empleabilidad, entendiendo por tales
quienes hayan estado inscritos en la Oficina de Empleo al menos doce meses en los dieciocho
anteriores y no hayan completado la escolaridad obligatoria o carezcan de titulación
profesional (Ley 35/2010).
También se bonifican los nuevos contratos para la formación y el aprendizaje (en este caso
temporales por definición), en el entendimiento de que “desde hace tiempo la situación de
los jóvenes en nuestro mercado de trabajo está muy lejos de ser la deseable en un Estado
avanzado”, sobre todo en el caso de cuantos “abandonaron prematuramente en su día el
sistema educativo para ocupar empleos de baja calidad, por lo que sus niveles de
cualificación son muy bajos”; así “el 60% de los desempleados menores de 25 años no
poseen siquiera el título de graduado en ESO y un buen número de ellos, aun teniéndolo,
carecen de cualificación profesional alguna” (RD-Ley 10/2011). Como incentivo a la
conversión en indefinidos, la norma prevé también bonificaciones de producirse la
transformación a la finalización del contrato formativo.
235 GÁLVEZ, S.: “La generación de la cultura de la precariedad: una aproximación desde la historia del movimiento
obrero”, Sociedad y Utopía. Revista de Ciencias Sociales, núm. 29, 2007, págs. 333 y ss.
EL TRABAJO DE LOS JÓVENES POR CUENTA AJENA 400