La empleabilidad de los jóvenes en Castilla y León - Consejo ...

Ahora bien, pese a la evidente relación teórica entre el nivel educativo y el escalafón
profesional puesta de manifiesto en párrafos precedentes, la abundancia de personas con
titulaciones académicas análogas hace cada vez más importante el rasgo diferencial, que
suele situarse en la formación no reglada, la experiencia, etc. Además, para el desarrollo
efectivo de las tareas contratadas, estar en posesión de uno u otro título no es, ni mucho
menos, suficiente, sobre todo cuando se trata de aquéllos con un perfil más academicista,
motivo por el cual resulta esencial, junto a la formación formal, la no formal (ajena al
sistema educativo pero estructurada) y la informal (aprendizajes adquiridos en el trabajo) 18 ;
su actuación conjunta debe ser capaz de dotar a los sujetos de las competencias precisas
para su crecimiento personal y profesional y, de forma señalada, de aquéllas más
demandadas por las empresas: comunicación, capacidad de trabajo en equipo, habilidad
para un aprendizaje continuo, conocimiento de idiomas e informática, flexibilidad, capacidad
de liderazgo, innovación… por enumerar una muestra cuya operatividad, claro está, depende
de puestos y funciones 19 .
Así, para engrosar el bagaje proporcionado por el sistema educativo, se desarrollan cursos
destinados a trabajadores, asociados habitualmente a la idea de modernización y adaptación
a los cambios tecnológicos y organizativos; al tiempo, los poderes públicos pretenden ofrecer
respuesta específica para las personas desempleadas, de cara a elevar su cualificación y
actualizar sus destrezas y conocimientos, con la meta última de engrosar sus posibilidades
de acceder o retornar a la vida activa.
Junto a ello, procede hacer oportuna mención al aprendizaje “organizacional” 20 , adquirido a
través de la vida laboral cotidiana, realizando el trabajo, consultando al compañero,
acatando instrucciones…, coloquialmente identificado con la experiencia, que, pese a su
carácter desestructurado, tanta importancia adquiere, bajo la denominación de antigüedad,
en la conversión del contrato en indefinido, en el salario o en los sistemas de promoción 21 ,
pero cuyo mayor inconveniente ha venido radicando en las dificultades para su transferencia
entre empresas 22 , lo que constituye un problema de gran envergadura en el seno de un
mercado laboral donde la estabilidad en las profesiones es muy débil y la movilidad de la
mano de obra constituye un hecho innegable. En cualquier caso, la creciente tendencia a
otorgar reconocimiento a la experiencia adquirida en el trabajo, validándola incluso a efectos
de obtención de títulos oficiales 23 , pretende superar el obstáculo, no obstante lo cual procede
afirmar que ni debe ni puede conducir a la sustitución del papel de la educación formal y
reglada propia del sistema educativo por otros indicadores de la adquisición de
competencias, aunque sí a la coexistencia entre aquélla y éstos, lo que, al final,
posiblemente refuerce todavía más “el papel de filtro de la acreditación académica” 24 .
18 HOMS, O.: La formación profesional en España. Hacia la sociedad del conocimiento, cit., pág. 16, establece la
siguiente clasificación de la formación: 1) “Se habla de formación formal cuando la actividad formativa está organizada
por un centro educativo en lo que concierne a sus objetivos y recursos, y finaliza con un reconocimiento y acreditación
de las competencias adquiridas a través de un diploma o certificado”. 2) “Se habla de formación no formal cuando no
existe este reconocimiento de las competencias adquiridas y, aunque la actividad esté organizada, tampoco se pretende
directamente la formación de una persona. Este sería el caso, por ejemplo, de una conferencia o un grupo de trabajo en
una empresa. Seguramente, el individuo que asiste a estas actividades pretende aprender cosas, pero la finalidad
prioritaria de estas actividades no es la formación. 3) “La formación informal es la adquirida por un individuo a través
dela participación en las actividades de la vida cotidiana, es decir, trabajando y participando en actividades sociales y
deportivas, o relacionándose con los demás”.
19 MARZO NAVARRO, M.; PEDRAJA IGLESIAS, M. y RIVERA TORRES, P.: “Las competencias profesionales demandadas
por las empresas: el caso de los ingenieros”, Revista de Educación, núm. 341, 2006, pág. 658.
20
Sobre el aprendizaje organizacional, MORENO, F.: “Aprendizaje organizativo y generación de competencias”, REIS,
núms. 77-78, 1997, págs. 247 y ss.
21 AA.VV. (CASAL, J., Dir.): La interrelación de los tres subsistemas de Formación Profesional en España, Madrid
(Fundación Tripartita para la Formación en el Empleo), 2003, págs. 68-69.
22 MARTÍN ARTILES, A.: “¿Sirve la formación para tener empleo?”, cit., págs. 39 y ss. La cuestión conecta con el
modelo de gestión de la mano de obra, que ha pasado de ser un modelo de gestión descualificada (cada empresa se
adapta a sus propias necesidades de forma inmediata, mediante una formación improvisada, no reconocida
formalmente y difícilmente transferible) a otro de gestión cualificada que poco a poco se ha ido imponiendo, HOMS, O.:
La formación profesional en España. Hacia la sociedad del conocimiento, cit., págs. 117-125.
23 Al respecto, entre otros, SANZ FERNÁNDEZ, F.: “La validación universitaria de los aprendizajes adquiridos en la
experiencia: su contexto económico y social”, Revista de Educación, núm. 338, 2005, págs. 101 y ss.
24 PLANAS, J.; SALA, G. y VIVAS, J.: “Nuevas estrategias formativas ante el freno de la expansión educativa en
España”, Revista de Educación, núm. 333, 2004, pág. 245. “Todo parece indicar que las empresas obtienen la
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