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Gran parte del territorio que hoy ocupa el Estado mexicano estuvo habitado por lo que
se ha llamado civilización mesoamericana. 3 Aunque se hable de una civilización, la
mesoamericana, ésta abarcaba toda una gama de cosmovisiones y formas de vida, de
organización política, social y económica que se encontraban conviviendo estrechamente en este
territorio y que se fueron sucediendo en el tiempo unas a otras. Al norte del territorio actual del
país vivían también otros pueblos. Todos ellos formaron culturas vastas y variadas;
prácticamente todo el territorio habitable estuvo poblado en algún momento del período
prehispánico.
Cuando llegó Cortés por primera vez a América, la diversidad de estos pueblos incluía
numerosos grupos recolectores, cazadores, pescadores; pequeños y abundantes cacicazgos o
señoríos que alguna vez estuvieron conglomerados en grandes Estados pero que para esa fecha
sólo formaban pequeñas comunidades fragmentadas que hablaban lenguas y ostentaban culturas
muy diferentes entre sí; así como confederaciones como las establecidas en los valles de México
y Puebla donde grandes Estados dominaban a pueblos de un extenso territorio. 4
4.1. La conquista
El período colonial, que comprende la conquista, se puede enmarcar entre 1519, cuando
desembarcó Cortés y 1580, cuando el rey Felipe II invadió el reino de Portugal y consiguió el
3 Como puede deducirse fácilmente, no se puede dar una serie exacta de datos inamovibles de la zona que
comprendía Mesoamérica pues ésta ha sido establecida posteriormente por los antropólogos para
delimitar una región en la que se sucedió una gran diversidad de pueblos en un amplio período de tiempo.
No obstante, a modo de guía podemos mencionar que Mesoamérica se ubica en la región que abarca
desde la actual Sinaloa en México y el área limitada al norte por los ríos Lerma y Pánuco, o el paralelo
38, hasta las actuales repúblicas centroamericanas, con límite en Costa Rica o Panamá, en el sur. Ver, por
ejemplo, BERNAL, Ignacio, “Formación y desarrollo de Mesoamérica”, Historia General de México,
México, El Colegio de México, Harla, 1981, 3ª ed., Tomo 1, p. 151 y BONFIL BATALLA, Guillermo,
México profundo. Una civilización negada, México, Grijalbo, 1990, p. 29
4 BONFIL BATALLA, Guillermo, México profundo. Una civilización negada, op. cit., p. 121. En la
narración en la que Bernal Díaz del Castillo describe su entrada a Tenochtitlán podemos observar el grado
de organización social y política del imperio azteca para ese entonces:
“... y desde que vimos tantas ciudades y valles poblados en el agua y en la tierra firme y otras
grandes poblaciones y aquella calzada tan derecha y por nivel como iba a México, nos
quedamos admirados y decíamos que parecía a las cosas de encantamiento que cuentan en el
libro Amadís, por las grandes torres y edificios que tenían dentro del agua y todos de cal y
canto y aún algunos de nuestros soldados decían que si aquello que veían si era entre sueños y
no es de maravillar que yo escriba aquí de esta manera, porque hay mucho que ponderar en
ello. No sé como lo cuento, ver cosas nunca oídas, ni aún soñadas como veíamos.”
(BERNAL, Ignacio, “El tiempo prehispánico”, Historia Mínima de México, México, el Colegio de
México, Harla, 1973, p. 34)