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Como elementos del Estado (y tomando en consideración a Jean Dabin) González Uribe
propone como elementos previos o anteriores al Estado, la población –como el elemento
humano— y al elemento territorial; mientras que como elementos constitutivos del Estado
señala al fin del Estado –el bien público temporal— y a la autoridad o poder público. 107
En relación con el elemento humano, González Uribe dice que por ello es esencial que
las construcciones del Estado tengan una clara concepción “del hombre como persona, investida
de una dignidad eminente, y superior, por su razón y su voluntad libre, a cualquier grupo o
asociación.” Y agrega que “si el hombre, en sí mismo, es tan importante para el Estado, no lo
es, en cambio, en sus determinaciones accidentales de raza, lengua, cultura, color o religión. En
la agrupación estatal caben todos los hombres, independientemente de sus características
exteriores.” 108 Vemos aquí una concepción del Estado igualitario, neutro, que reconoce una
igualdad formal de todos los seres humanos. No obstante, no contempla la posibilidad de la
existencia de diferencias relevantes con voluntad de permanencia para esos seres humanos que
de hecho son diferentes, quieren seguir siéndolo y quieren ser reconocidos como tales.
Más adelante habla de la forma de organización estatal como la única viable aún, a
pesar de los fenómenos globalizadores, y los criterios de organización de las comunidades en el
seno de los Estados:
“Pero si la comunicación y dependencia entre los hombres se ha vuelto
universal, no por ello la dependencia política ha adquirido también este carácter. La
superficie habitada del globo terrestre está todavía dividida en nuestros días en
múltiples Estados, y la población o elemento humano se reparte entre ellos de acuerdo
con diversos criterios. Unos se basan en el mero hecho de la contigüidad territorial;
otros, en afinidades personales de distinta índole; otros más son de naturaleza
compleja. Parece, sin embargo, que en la inmensa mayoría de los casos el principio de
agrupación que ha prevalecido es el llamado nacional. Los Estados tienden a reunir
dentro de sus fronteras a todos los nacionales y, en la medida de los posible, a excluir
a los que no lo sean. El tan invocado derecho de autodeterminación de los pueblos se
basa precisamente en el principio que busca la coincidencia entre la nación y el Estado
y con ello la posibilidad de encontrar la forma de gobierno que a la primera
convenga.” 109
107 GONZÁLEZ URIBE, Héctor, Teoría política, op. cit., p. 291
108 GONZÁLEZ URIBE, Héctor, Teoría política, op. cit., p. 292
109 GONZÁLEZ URIBE, Héctor, Teoría política, op. cit., p. 292