Ir al documento completo - IIDH

284
1976 existieron “patrones en la formación de élites y de reclutamiento político,” y agrega que
“prácticamente todo el conocimiento considerado como relevante para los abogados, provenía
de esas dos fuentes, y desde ellas se generaba un predominio en todo el país.” Así, los
estudiantes de la UNAM eran quienes ocuparían los cargos públicos y esos “cargos no se
alcanzaban si no se mostraba un grado importante de aceptación de la ortodoxia jurídica en que
vivía el país, i.e., las condiciones de dominación priístas y la representación paradigmática de la
Constitución de 1917”. Esto aunado a que el estudio del Derecho se limitaba también al de las
normas generales, dejando fuera el derecho judicial y la jurisprudencia, de manera que “el
derecho explicado para todo el país era el federal desde el punto de vista de los profesores de la
UNAM.” 69
Esto nos parece relevante aquí en el sentido de que muchos de los abogados que fueron
formados en esa época aún ocupan cargos públicos en distintos niveles de los órganos ejecutivo,
legislativo y judicial y aún participan en la creación de normas, en su interpretación y en la
decisión e implementación de políticas públicas. La concepción de Estado-nación que ellos
comparten aún tiene mucha influencia.
Por mucho tiempo ha habido una sola línea ideológica: por un lado, lo que pensaban los
operadores jurídicos era dirigido por un pequeño grupo dominante, por otro, no había espacio
para la disidencia ideológica y política y, por lo tanto, mucho menos para la cultural, para el que
no encajara –por motivos de diversidad— en el proyecto de Estado.
De este modo expresa Cossío que “debido a los sistemas de enseñanza y reproducción
del conocimiento jurídico [...], determinar cuál es el paradigma en los estudios constitucionales,
equivale a determinar la concepción predominante de la Constitución en nuestra sociedad y del
modo de referirse a ella.” 70 En México, los programas académicos universitarios han tenido
“una visión rígida y anquilosada de la división de poderes.” Además, “el estudio del derecho
constitucional ha estado condicionado, no sólo por la propuesta de un régimen de partido de
Estado a lo largo de las últimas décadas, sino también por los excesos del presidencialismo.” 71
Entre las constataciones respecto de esta escasez de opciones académicas distintas al
centralismo, José Luis Caballero señala el escaso “ejercicio académico en torno a las entidades
federativas, a sus constituciones, sus legislaturas –no solamente en el ámbito interno, sino en su
69 COSSÍO, José Ramón, Dogmática Constitucional y Régimen Autoritario, op. cit., pp. 39-40
70 COSSÍO, José Ramón, Dogmática Constitucional y Régimen Autoritario, op. cit., pp. 9 y 10
71 CABALLERO, José Luis, “Consideraciones en torno al estudio y al proceso de enseñanza-aprendizaje
del Derecho Constitucional”, en ROJAS, Víctor Manuel (coord.), La enseñanza del Derecho en la
Universidad Iberoamericana, México, Universidad Iberoamericana, 2002, p. 304