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223<br />

una fuerte voluntad de preservarlas. 189 Sobre todo durante la dictadura de Porfirio Díaz se<br />

agudizó la política estat<strong>al</strong> que, con el lema de “orden y progreso”, se encauzó hacia una<br />

occident<strong>al</strong>ización de la cultura a nivel nacion<strong>al</strong>.<br />

Varios intelectu<strong>al</strong>es de fin<strong>al</strong>es del siglo XIX y principios del siglo XX hablaban de los<br />

indígenas como gente de “condición bárbara” y con “una compulsión atávica propia de una raza<br />

que repudiaba a la civilización.” 190 Reconocían que los indígenas habían sufrido m<strong>al</strong>os tratos<br />

durante la colonia pero nunca reconocieron que también en esa época eran víctimas de<br />

discriminación, explotación y opresión. Estas ideas fueron admitidas por la mayor parte de los<br />

criollos y mestizos del país. 191 De hecho, durante la segunda mitad del siglo XIX se empezó a<br />

utilizar el término bárbaro para designar a cu<strong>al</strong>quier grupo indígena que se encontrara en<br />

rebeldía; y el hablar de guerra de castas significaba hablar de la guerra “entre barbarie y<br />

civilización.” 192<br />

Florescano expresa que el haber considerado a los indígenas como “enemigos del<br />

progreso” o como los “culpables del atraso y los fracasos del país, puso en movimiento una<br />

campaña insidiosa que terminó de configurar una imagen negativa del indígena. La prensa, los<br />

libros, los discursos, la pintura y los medios más diversos difundieron una imagen degradada,<br />

s<strong>al</strong>vaje y obtusa de los indígenas. 193<br />

En este período de la historia se levantaron también <strong>al</strong>gunas pocas voces en defensa de<br />

los indígenas. Por ejemplo, Justo Sierra, Secretario de Educación en su momento, objetó las<br />

tesis racistas contra los indios y se pronunció a favor de ellos, pero en el sentido de que debían<br />

“integrarse a la nación como una clase progresista, por medio de la educación y la mejoría de<br />

sus condiciones de vida.” Como vemos aquí, la ment<strong>al</strong>idad de Justo Sierra criticaba las<br />

políticas de exclusión, marginación y explotación de los indígenas pero promovía las de<br />

integración. Tampoco Sierra entendía la necesidad del reconocimiento de los pueblos como<br />

culturas diferenciadas. Digamos que por lo menos denunciaba el racismo más agresivo. De<br />

cu<strong>al</strong>quier manera, ni siquiera la visión de Sierra prev<strong>al</strong>eció: las políticas de la época fueron<br />

189 FLORESCANO, Enrique, Etnia, Estado y Nación. Ensayo sobre las identidades colectivas en México,<br />

op. cit., p. 442<br />

190 FLORESCANO, Enrique, Etnia, Estado y Nación. Ensayo sobre las identidades colectivas en México,<br />

op. cit., pp. 419-420<br />

191 FLORESCANO, Enrique, Etnia, Estado y Nación. Ensayo sobre las identidades colectivas en México,<br />

op. cit., pp. 419-420<br />

192 FLORESCANO, Enrique, Etnia, Estado y Nación. Ensayo sobre las identidades colectivas en México,<br />

op. cit., pp. 419-420<br />

193 FLORESCANO, Enrique, Etnia, Estado y Nación. Ensayo sobre las identidades colectivas en México,<br />

op. cit., p.435

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