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Cossío apunta como evidencia de los patrones de conducta que existieron en la
dinámica normativa entre 1917 y 1997 que, en primer lugar, habían ciertas condicionantes en la
producción de normas. Esto se debía a que el PRI dominaba la integración de los órganos
federales y locales; los órganos legislativos eran controlados y así se determinaba la validez de
las normas de todo el ordenamiento jurídico mexicano. Los órganos ejecutivos, que estaban
facultados para emitir reglamentos, acuerdos, circulares, etc., determinaban entonces las formas
en que se aplicaban las normas emitidas por el legislativo. En cuanto a las normas individuales,
producidas por el judicial y administrativo eran condicionadas por el hecho de que los
nombramientos, sueldos y responsabilidades de sus funcionarios dependían de los titulares de
los órganos electos. 63
Apunta también que el predominio del presidente llegó a tener gran relevancia; muchas
de las iniciativas de ley fueron presentadas por el ejecutivo junto con las exposiciones de
motivos, las cuales marcaban la pauta de su interpretación. 64
Arnaldo Córdova presenta al presidencialismo como la concepción política dominante
en México pues “[d]esde sus orígenes se justificó postulándose como la única forma de
organización del poder político que haría posible la realización de los ideales revolucionarios.
El gobierno parlamentario y la democratización de nuestras estructuras políticas y sociales
fueron, también desde el principio, sistemáticamente desprestigiados como condiciones de la
vida política totalmente ajenas a nuestra realidad nacional.” Esta forma de centralizar el Estado
y el gobierno en torno al presidente no sólo determina y define la manera de hacer política, sino
que también “influye (y muchas veces constituye) el contenido de otras posiciones políticas
adversas en oposición, incluidos algunos de izquierda, que, al igual que el partido oficial,
preconizan una institución presidencial fuerte y preponderante en el Estado mexicano como
condición del desarrollo igualitario y justo de nuestro país.” 65
Esta concepción del Estado que se plantea aquí, y que apenas está cediendo a otras
posturas, nos da una idea de soberanía unitaria sumamente marcada. El poder se encuentra
concentrado no sólo en un grupo, sino en un única persona (que no da cabida a una política
pluralista). Algo completamente alejado de una política que dé cuenta de la diversidad cultural
existente en nuestro país.
63 COSSÍO, José Ramón, Dogmática Constitucional y Régimen Autoritario, op. cit., pp. 37-38
64 COSSÍO, José Ramón, Dogmática Constitucional y Régimen Autoritario, op. cit., p. 38
65 CÓRDOVA, Arnaldo, “La concepción del Estado en México y el presidencialismo”, op. cit., pp. 542-
543