Bajar documento - La nueva concepción de la historia

suspiros de la economía ficticia 1546 . Frente a la inviabilidad de realizar revoluciones, puesto
que el proletariado se ha vuelto patronal y de que se ha reducido en número (lo cual es
verdad), se fortaleció la propuesta del “socialismo ético” (del Siglo XXI), sostenido en la pura
racionalidad, interdialogicidad y en la conversión de la retórica filosófica, en arma de
transformación: a la teoría, a las categorías como instancias determinantes de los procesos de
transformación social (humanismo estético, interculturalidad, diversidad, racionalidad moral,
ethos barroco, …).
Si en la época del socialimperialismo (1060-1990) el levantamiento diagnóstico del
mundo arrojó como útiles cognitivos los de unidimensionalidad tecnológica, economía
privada/economía estatal, alienación institucional, ideología “positiva” del progreso, como
elementos que cambian las relaciones sociales; la moderna forma de evaluar el escenario del
mundo es en sentido contrario, la civilización del trabajo: la ciencia y la técnica son negativas
(“positivas”), el progreso, el desarrollo de las fuerzas productivas, el “neoliberalismo”, han
destruido a la humanidad y al planeta (el lado perverso de la globalización –y del
capitalismo); el desmontaje del “capital social”: reificación de la “ideología del progreso”, se
vuelve prioritario y la instauración de la civilización del valor de uso y del deseo, como paso
previo necesario para la instalación del verdadero ethos: “valor” de usufructo y racionalidad
objetiva. Ahora bien, si de este modo se han camuflado los “quinta columnas” en el interior
del pensamiento filosófico, científico y revolucionario, la historia “se ha valido” de éste, para
destrozar al capitalismo y a sus fatuos detractores: una vez que el capitalismo ha cumplido su
misión en la historia (poner las premisas materiales del mundo nuevo), la herencia nocional
proletaria sobre la fase que viene, se halla en proceso de objetivación, como proceso que
niega los aspectos superados por la historia (las relaciones sociales burguesas y las formas de
conciencia en coherencia) y recupera en sentido conservador positivo, los efectos hábiles para
el futuro (el sistema automatizado de producción y las formas de conciencia objetivas).
Una de las formas más mañosas de arremeter contra Marx, es clasificarlo como
“clásico”, esto es, como una voz que no guarda ya relación con el presente y que, por lo
mismo, nada tiene que decir a las presentes generaciones; esta manida desacreditación, asume
que por el hecho de hallarse muerta, una conciencia perdió automáticamente pertinencia (no
obstante, incluso en el plano histórico, todo ser humano reseñador relevante de su tiempo, se
constituye en testigo y su obra enlaza la vida, con lo cual las generaciones venideras tienen
noticias de su pasado; además, su actuación deja la impronta en la gnosis general y en los
hechos). ¿Descuido? ¿Perfidia? ¿Ignorancia? Perfidia e ignorancia coludidas. En realidad,
Carlos Marx estará vigente hasta el fin de los tiempos, aunque su nombre ya no se lo
pronuncie (lo cual será raro, si las futuras generaciones se supone que serán racionales,
buenas: todo unos cerebros): como el ser humano que puso el piso de la conciencia objetiva,
que fundamentó el proyecto factible (técnica, económica y administrativamente) y la
viabilidad del mismo, conducente a superar las diferencias sociales, el cual, a su vez, se
anticipó a decir hacia dónde va la humanidad por sí misma, al término del proceso de su
autodesarrollo. Ahora bien, las formaciones de la subjetividad, no son descartables por
decreto. En efecto, en la arena del pensamiento: a un modelo filosófico debe oponérselo otro
sistema filosófico. La simple crítica o el ignorarlo, no anula a una formación teóricoideológica
anterior, “pasada”. En buenas cuentas, cuando la humanidad dispone de un
paradigma filosófico alternativo más completo y de mejor contenido que el en vigencia (lo
cual indica que un nuevo sujeto ha saltado a la escena histórica, es decir, que el proletariado
se ha vuelto humanidad, siendo este el nuevo y definitivo actor de la historia), este último
automáticamente cae en desgracia. Esto no ha ocurrido con el marxismo; respecto de él se han
levantado voces aisladas en su contra, pero nada más. Estas “voces asiladas” lo constituyen la
mitología religiosa y sobre todo el clásico poder imperialista de la explotación, de la
dominación, de las guerras, de las mafias, de la corrupción, de la afectación a la naturaleza, de
la miseria espiritual; el citado sector es el que reacciona contra la doctrina objetiva más bella:
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Esa ha sido la postura declarativa común de los teóricos representantes del poder: los economistas famosos,
súbditos doctrinarios del capital; su sino ha consistido en pasarse toda su miserable existencia practicando
morboso onanismo mental: construyendo modelos econométricos de equilibrio general de mercado a largo plazo
cobijados por la ideología económica convencional; mas, con sus devaneos no han sido capaces de entender
tanto peor diseñar medidas homeostáticas (el capitalismo de todos modos se cae), sin embargo muchos de ellos
han sido galardonados de diversas formas por sus mecenas.
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