Bajar documento - La nueva concepción de la historia

llega a la conclusión siempre, de que el llamado cerebro emocional es sensorial y, por tanto,
animal: estos seres, sólo buscan satisfacción, no racionalidad; empero, en el ser humano estas
reacciones tienen, de modo forzoso, tinte racional). La mujer, la niñez, la juventud y la
animalidad, comparten ciertos rasgos en común: el predominio en sus vidas del cerebro
emocional (la auténtica “revolución feminista”, debe ser un acto de legítima conspiración
sobre este hecho, que ha sido fomentado socialmente y por el macho humano) 862 ; no obstante,
en la mujer: las funciones del hemisferio derecho tienen carácter consciente, o sea, operación
basada en razones. Al respecto, la forma de vestir, la pintura del rostro (conducta que la
practicaban los primeros pueblos: las agrupaciones humanas primitivas) y las frases que les
gusta oír a las mujeres y a los niños para que se sientan bien, son conspicuos indicadores del
hecho; y, este aspecto no ha sido bien estudiado (¿o es una “noticia vieja”?), por cuanto le
conviene al macho humano vanidoso (vanidad de signo invertido), sensualista, para su
provecho 863 . Un caso: la persona que garabatea estas líneas, tuvo como profesora a una
brillante socióloga: seria, recta, coherente, de carácter; sin embargo, se descubrió, que cuando
llegaba a su hogar, repentinamente cambiada frente a los adulos zalameros de su esposo y a
las niñedades de sus críos.
“Viveza de conejo”: en el año 2010, el cerebro emocional gobierna el mundo en la
perspectiva vieja, arcaica, abierta por la cosmovisión Oriental; esta construcción abstracta,
especulativa, huelga decir adicional e insistentemente, es muy coherente, pero simplona,
empirista: consiste, nada más, que en el resultado que arroja el proceso de ordenación lógica
de percepciones de sentido común; dicho enfoque se halla construido de modo totalizante y
generalizante, epifenomenológico, pues, magnifica la relación cognitiva entre ser y saber, de
naturaleza simplemente comprensiva, o sea, se recluye en el primero y más elemental nivel
del conocimiento: la descripción, el entendimiento “naturalista”, el verstehem; y, su efecto
pernicioso de mayor bulto en contravía respecto de la ruta filosófica como cometido de
sentido de la vida racional, es que el mismo lleva al sensualismo y a la pasividad. En lo que
respecta a la postura que sostiene el imperio, en torno de los poderes fácticos (“minorías
consistentes”) mundiales, de los micropoderes descentralizados en el planeta, ésta desborda la
argumentación “naturalista” del modelo mental sistémico y se recluye en el positivismo de la
“explicación” causal de los hechos, esto es, se utiliza la teoría para sustentar decisiones
operables en la experiencia de la valorización: la “teoría” de la “calidad y de la calidez”, su
dominación es emotiva. Las religiones: trabajan sobre supuestos, operan por la “fe”; este
comportamiento es instintivo, emotivo. La vida del pueblo llano está sometida a esta doble
presión: explotación-control, y por la fuerza sobre su cerebro se impone el cerebro emocional
del poder económico-político e ideológico, el cual se refuerza cuando el pobre se ampara en la
búsqueda de algo de placer y de ilusiones para sus males, en los negocios de las conocidas
válvulas de escape para el vacío de sus vidas (esto se produce muy a menudo –como es de
inmediata y fácil percepción- en los estratos de ingresos medios sobre todo en los países de
máximo desarrollo capitalista). En el plano político de izquierda, el Che sostuvo que la
“revolución es un acto de amor”; no obstante, la revolución es fundamentalmente un acto de
la razón.
Dejándose por un momento en suspenso el tratamiento del tema, no obstante
observando argumentos que se relacionan de todo modos con él: ¿es sensato, creativo,
prospectivo, suponer, que las nuevas generaciones simplemente deben limitarse a cursar las
etapas atravesadas por todas las generaciones pasadas a la manera de un mero círculo vicioso,
a experimentar similares o iguales sensaciones, en suma: a hacer lo mismo (ser niño, púber,
joven, adulto, anciano; nacer, reproducirse y morir; defender el derecho a vivir, transferir la
“cultura” a las generaciones emergentes, guerrear, hacer las paces;...), nada más que en el
marco de mayor desarrollo técnico, conforme al argumento justificatorio según el cual la
nueva existencia tenga también la oportunidad de sentir la experiencia dada por el milagro de
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Precisamente por eso se arguye que hasta los 12 años, la persona trabaja con el cerebro derecho; a esa
edad, se dice, se produce la interconexión hemisférica, a través de la que el cerebro lógico empieza a operar.
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En una ocasión, cuando un amigo muy dilecto de la persona que borronea estas elucubraciones: sano, serio,
honesto, fiel, de izquierda, subido de copas se puso algo altanero, se quiso calmarle llenándole de alabanzas; al
instante interrumpió con la frase: “no me de méritos que no los tengo”. Desde aquella ocasión se ha intentado
mejorar el carácter: si alguien puede sacar provecho de mí, que lo haga; en lo personal, dudo que lo haría,
pues, quedaría siempre la sensación de haber sido un cobarde (quizá por eso los empresarios esconden el
pecado de la explotación manifestando que ellos arriesgan el capital, generan empleo y realizan el gran
sacrificio muy inteligente de gerenciar el negocio)
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