Bajar documento - La nueva concepción de la historia

devaneos en buenos y malos, en el sentido de que se sustentan objetivamente o no y si los
mismos detentan personalidad.
En todo caso, entre un empresario y un poeta (los dos especímenes adolecen de
desajustas de personalidad, y aunque los dos se volverán sensuradoramente en contra de esta
sentencia, como ya, en efecto, se ha procedido), en los dos se fija la condición dialéctica de la
vida social, o sea, el carácter alienador y la sensiblería de parte de su naturaleza, y el
edificante Prometeo como el que entretiene y alegra la existencia inserta en la otra parte o
mitad. Los dos polos hasta un momento del proceso histórico tienen sentido y deben ser; si
bien el segundo aspecto de la contradicción: el de la sensibilidad, pervive al adquirir
importancia como estado de afirmación humanista, al fin los dos se anulan e conjunto, en un
juego que no es de transformación recíproca de polos, sino la cesación completa de su
naturaleza conjunta y función. En él un caso, por cuanto la tarea del trabajo ha pasado a las
máquinas, no quedando sitio ya más para la explotación; en el otro, porque la conciencia ha
madurado como efecto del desarrollo de la esfera de reproducción material de la vida, en la
que las distracciones comunes de la cotidianidad se vuelven fútiles, vergonzantes, ridículas,
frente al nuevo carácter y propósitos (el viejo es práctico, poco sentimental, de elevado status
espiritual).
Su opinión sobre el pensamiento “eurocéntrico”.
En lo personal no se va a rechazar el saber europeo, tachándolo de “eurocentrismo”;
tampoco se va a aceptar el saber Oriental o indígena (en ese sentido se está en el andarivel
opuesto, se piensa: siempre a partir de la vertiente de izquierda marxista, por ejemplo, al del
profesor Aníbal Quijano). El saber europeo, que es un producto histórico-estructural del
proceso ascendente de la humanidad (ingenuo, no dirigido en un principio, según este punto
de vista), es la más poderosa arma de la mente con la que cuenta la humanidad, aún en su
versión positivista, por tanto, sin condescendencia alguna se lo recupera en su faceta
instrumental, claro: con cuidado, para no quedar a meced de la trampa ideológica subyacente;
mientras que al saber ancestral andino en este caso, se lo respeta, valora, pero no se lo asume.
Bienvenida sea la cosmovisión europea (y en ella se incluye al marxismo), pues, es el
pensamiento lógico de Occidente el que me ha abierto la mente y con esas botas es con la
cuales creo haberle propinado un puntapié a los propios europeos, a los gringos y a los
nipones. Además, la persona que le habla ya no es “el verdadero eslabón perdido entre el
simio y el auténtico ser humano” (el posthumano) como lo asevera Conrad Lorenz (el
biólogo, no el economista marxista, creador de la curva de la distribución perfecta), pues, he
logrado superar en gran proporción la emocionalidad y burlar el determinismo histórico-social
de la ideología y comportamiento provenientes del capitalismo, y me identifico, como
marxista, con el “nuevo ser humano”, al menos a nivel ideal, porque me encuentro fuera de
época.
Ubicándose en el tema. El “eurocentrismo”, no es un hecho homogéneo; el mismo es
un sistema de concepción, como se sabe, tanto como un método y una praxis, en el interior de
cuyos aspectos coexisten y luchan perspectivas antitéticas: la conservadora y la anti
stablishment. Quienes buscan por todos los medios desembarazarse de su hegemonía, suelen
practicar acciones de impugnación no concreta sobre tal forma de vida, es decir, sin avanzar
procesos de “intervención epistemológica” en el seno de esa corriente, a fin de separar los dos
tipos principales de ideología suyacientes. A continuación se procede a rechazar a la
concepción histórico-dialéctica del marxismo; dogmatismo que, según se dice, colonizó el
pensamiento político latinoamericano, marxicisando el análisis de la realidad con los
conceptos economicistas de “clase”, modos de producción y socialismo, por sobre las
determinaciones reales de comunidad, cultura, moral, diversidad, identidad, etc. En lo
personal, por ejemplo, se acepta parcialmente las posiciones ideológicas gramscianas, verbi
gracia, pues, allí se sostiene, mutatis mutandis, que cualquier sujeto en cualquier momento,
dado que se prioriza, unilateraliza la praxis, la dialéctica histórica, puede hacer la revolución;
en realidad, la referida es una corriente que no tiene en cuenta la dialéctica objetiva que define
el momento y el tipo de intervención humana posible: la coyuntura en el desarrollo de las
fuerzas productivas y si existe o no el actor de la historia (“hay que construir discursos para
construir actores y viceversa”, suele decirse). Y un representante prominente de esta escuela
es N. Kohan.
En la impugnación al tal objeción, no se considera el hecho de que esa “exagerada”
utilización formalista de las categorías del marxismo revolucionario europeo, hizo ver en
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