Bajar documento - La nueva concepción de la historia

mediante la que, los programas de restitución de la armonía natural o de aplicación de
modelos preventivos de uso racional de recursos naturales, requieren de la realización de
diagnósticos, los cuales han demostrado, que un segmento humano minúsculo en un momento
histórico específico es el causante, el beneficiario y el que se halla al frente de la reiteración y
agudizamiento de los problemas ambientales; de lo cual se desprende, que su resolución es
política, por esas razones, pero ello no da pie a que se propenda a la creación de una nueva
ciencia denominada “Ecología Política” 912 .
La cuestión ambiental, puede ser mirada de modo alternativo y simple: no es que los
recursos se agotan, per se, como materia (rescatándose también el impacto positivo que su uso
en condiciones criminógenas del capital, paralelamente ha ejercido sobre la especie); por el
contrario, la materia está, siempre allí, como recurso transformado en otro tipo de materia; y,
si la materia existe, ésta puede ser reconvertida en recurso (reciclada), mediante aplicación
tecnológica, con el cual el problema maltusiano se resuelve (la contradicción que mueve el
proceso, es totalmente interna) 913 . Tampoco la hecatombe mundial dada por el cambio
climático, es del todo una catástrofe previsible; mas bien, los procesos de cambio en curso en
los ciclos y en todo el sistema natural de la tierra, deben ser concebidos como un salto
necesario en el movimiento evolutivo del Cosmos (un problema, que el propio ser humano –
por interpuesta persona capitalista- se ha puesto), en el que las nuevas condiciones llevará al
ser humano a efectuar renovados esquemas de adaptación, en la que la inteligencia
desarrollará la conciencia. La propensión moral de otorgarle carácter fáctico a las
presunciones teóricas sobre la problemática medioambiental recurriendo al impacto
movilizador de la “fuerza de la razón cuando ésta se enseñorea en las masas”, conduce a la
ubicación de dicha “cuestión” en la región política; en ciertos círculos de estudiosos y
activistas, por tanto, se pretendió inaugurar una nueva tópica ideológico-teórica con el nombre
de Ecología Política; hoy, en cambio, se moviliza condumio intelectual con el objeto de
conferir derechos a la naturaleza (la naturaleza como “sujeto de derechos”). No obstante, para
que dicha actitud no se convierta en despropósito de la razón, hay que llamar la atención en
torno de que la naturaleza puede recibir derechos, siempre y cuando éstos sean considerados
como simples instrumentos de realización de los auténticos y únicos derechos: los derechos
humanos (en la medida en que dicho “cambio de locus”, sea la única maniobra en la
coyuntura, a través de la que se pueda impugnar y frenar el extractivismo rentista del
capitalismo sobre los “activos” naturales, esto es, impedir que la naturaleza siga siendo
incorporada al “circuito del capital” 914 ).
En relación con el sentido de la aseveración expuesta arriba, en el marco de una
pequeña digresión al respecto, incluso Francisco de Asís no tiene pertinencia todavía hoy,
cuando nombra a los animales como: “hermano ciempiés, hermana mariposa,…”; no obstante,
llegará a tenerlo –al igual que los radicales defensores posmodernos de los animales- en el
momento en el que la ciencia y la técnica automaticen los procesos de producción de proteína
animal e incluso de la elaboración de monosacáridos en la fotosíntesis artificial (de modo que
los animales pasen a ser beneficiarios del proceso de producción proteico de las máquinas:
912
Es un quehacer cognitivo-prescriptivo, que por lo mismo aparece, no para poner al descubierto las
estructuras profundas, el modo de ser de objetos y procesos, sino como efecto de la emergencia de problemas
(causa: el carácter clasista, capitalista de la estructura social; consecuencia: desequilibrio en los ciclos
naturales), que necesariamente deben desembocar en dos órdenes de medidas: 1) estratégicas (políticas), ante
el poder dominante y 2) técnicas, frente a la esfera de los problemas concretos. Contrario sensu: el
planteamiento de la nueva ciencia es tan absurdo como querer entender el problema ambiental al margen de la
estructura económica, esto es, que se trata de un defecto de conciencia, en la cual, por consecuencia, se debe
actuar para propiciar el cambio (de algún modo “la Jurisprudencia ambiental”, va un poco más allá, al
implantar la enrevesada tesis de los “derechos” de la naturaleza).
913
En la naturaleza, la recuperación en el agotamiento de un elemento constitutivo de ella por exceso de
extracción, se produce espontáneamente por mortalidad registrada en el frente de individuos que han
consumido y se han reproducido en demasía a costa de la drástica reducción de tal elemento; el ser humano
hace lo mismo. Sin embargo, el ser humano no debe necesariamente reducir su población por hambruna a lo
Malthus, puesto que éste puede conscientemente reponer el recurso; y, eso es lo que el ser humano viene
haciendo con los programas de reforestación, descontaminación y de reproducción en cautiverio de plantas y
animales.
914
Según estudiosos de la materia (A. Tandazo): si constitucionalmente en el Ecuador, en el 2008, se
reconocieron derechos a la naturaleza, la convirtieron en “ciudadana”, en sujeto; en este caso, debieron
también –frente al estatuto de su protección- exigirle “deberes” a la naturaleza: que no erupcionen los
volcanes, que no haya terremotos, etc. (con dicha conducta, saludable en el campo de la lucha política, se restó
seriedad a la Constitución, por otra parte).
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