Bajar documento - La nueva concepción de la historia

japonesa; en el Ecuador, la debilidad de su economía, la parálisis productiva y la neo (o post)
dependencia, constituyen factores, que impiden la vigencia de procesos similares (pero, para
el Ecuador se le abren de todos modos frentes promisorios: la “producción” y oferta de
bienes/servicios ambientales al mundo capitalista de las multilaterales, de la contaminación).
El trabajo de restauración de activos (bienes durables), trabajo preponderantemente físico: el
de los operarios –dígase: de quienes componen vehículos, arreglan desperfectos de las
viviendas (de los plomeros, por ejemplo), etc.-; el trabajo simple, vilipendiado en la fase de
ascenso académico-intelectual del capitalismo por el trabajo complejo tanto simbólica como
económicamente, hoy resurge, no tanto en la esfera ideológica formal del prestigio social,
cuanto en la económica. Estas labores se tornan realmente caras sobre todo en las
neocolonias: resulta prohibitivo para el ingreso venido a menos del burócrata, el acceso a este
tipo de actividad (es obvio, mientras las máquinas también no invadan estas esferas de
actividad).
En los dominios de la ocupación de la mano de obra, la novedad del momento se sitúa
en el resurgimiento del trabajo artesanal, de una especie de retorno a la organización de los
múltiples oficios de la economía cerrada de las familias aisladas de antaño (en sentido teórico:
el proceso de movilidad de los diversos estratos de clase): el trabajo temporario,
multidestrezal. En el centro de la ciudad la medida consiste en hacer de todo, para impedir la
“descapitalización” de un hogar pequeñoburgués clásico perceptor de ingresos en el sector de
los “servicios” al tener que contratar operarios (o sea, recurrir a la utilización de la “fuerza de
trabajo” de bárbaros modernos, dispuestos a hacer de todo para poder emplearse 793 ), que
reparan y cubren las diversas necesidades de mantenimiento de los instrumentos de vida
modernos. Pero la economía oficial marcha en pro de “asistir” al grueso de consumidores en
esta dificultad: produce bienes durables cada vez más descartables: el “valor de cambio” de
las cosas se recupera en desmedro del “valor de uso” (pues, de conformidad con el
sometimiento al interés del “retorno”, a la creación, mantenimiento y desarrollo de mercados,
aplica de modo cada vez más creciente la ciencia a la producción, a la “solución” de
problemas, en general); la activación permanente de la demanda por esta vía, fuerza el
desarrollo de la ciencia y de la técnica: la química de los plásticos, el cartón, la cerámica, los
componentes electrónicos empaquetados (“la crisis del petróleo: demanda excede a la O,
exige alargar la vida de los bienes durables, para no maltratar a la naturaleza; esa política no
es negocio para el capital”). En el reciclaje de estos productos se limita y se descoyunta el
aparato productivo en general.
La vuelta a la tan anhelada economía natural, a la reproducción social sustentada en la
operación de los diversos átomos institucionales en las que se segmenta el género en las
asociaciones clasistas: en su condición de grupo humano (la familia monogámica autárquica),
que se satisface por sí mismo en todo de modo cerrado sin recurrir, o haciéndolo en una
ínfima proporción, al "cambio" (es decir, el acceso a la ración que le corresponde del "PIB",
"según sus necesidades"), no es pertinente, puesto que los aparatos cibernéticos (e
“inteligentes”) dispuestos para generar los satisfactores materiales sin mediación del trabajo
productivo vivo (del obrero), se sobreponen a la determinación del trabajo asociado sobre
necesidades de orden agregado e indistinto para el género; proceso que –dicho sea de paso- se
ha dado en un entorno de relaciones antagónicas y, por cuanto la conciencia colectiva misma
ha quedado intervinculada para siempre. Aristóteles dice –sostiene Marx-: “el ser humano
es un zoon politikon”, o sea, un ser de la polis, de la ciudad; el ser social -de acuerdo a esa
característica intrínseca- cada vez más se aglomera necesariamente en el lugar geométrico “de
asiento de la superestructura, en el que se expresa la lucha de clases” –Engels-, o sea, es un
ser enteramente social, "urbano", que necesita tener contacto directo con sus congéneres: piel
a piel, y no tan sólo en la actuación de índole virtual: a través de la sola mediatización de las
imágenes, incluso si esta insólita vertebración humana se aduzca que se produce en tiempo
real 794 . Ahora bien, a futuro, los cerebros humanos se encontrarán conectados en red; cuando
793 En Moscú, por ejemplo, este “subproletario”, tiene nombre propio: “asistente de hogar”; la singularidad de
este nuevo fenómeno de reproducción social, deriva del hecho de que este personaje está dispuesto a asistir en
la solución de pequeños problemas (asear departamentos, lavar bajillas, pintar paredes, arreglar desperfectos
de tuberías…), que se presentan en los domicilios de mujeres solas perceptoras de altos ingresos (señoritas
ejecutivas, madres solteras, viudas, divorciadas).
794 La ciudad (en especial: la ciudad burguesa): esta poderosa forma física de la creación humana; accidente
geográfico, marco colectivo de la reproducción de la fuerza de trabajo (“consumo colectivo”; empíricamente:
“receptáculo” de los medios de innovación tecnológica y empresarial más importantes, dixit Manuel Castells:
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