Bajar documento - La nueva concepción de la historia

como un volcán) son la astronómica deuda de EU, de la UE y del Japón (las potencias
conformantes de la clásica Triada), el espeluznante déficit fiscal (los “déficit gemelos”) y la
elevada tasa de desempleo. El factor que está tras del “objeto” de la “crisis” (achaques de
senilidad), es la persistente operación de la clásica contradicción entre la producción social,
crecientemente automatizada y la apropiación privada del producto 349 . Es una “crisis”
perenne combinada de sobreproducción (sobreinversión: insuficiente rentabilidad de las
colocaciones productivas) y subconsumo 350 . “Crisis” que no puede ser enjugada al interior del
sistema, pues, las empresas monopólicas deben mantener niveles competitivos de
participación en el mercado; lo que exige sostener siempre grados elevados de productividad
del trabajo, reducir costos y mejorar la calidad de la producción; condición que se consigue
variando permanentemente la composición orgánica del capital por el lado del incremento del
capital constante (desarrollo científico-técnico permanente -carrera); hecho, este último, que
comprime la estructura de la demanda agregada en el frente de los salarios 351 . La población no
accede al producto y el capital reduce su tasa de beneficio; el capital arremete contra el trabajo
endógeno y exógeno, en el último caso: mediante el mecanismo de la ecualización.
El capital también ha desarrollado el mundo: las multinacionales comprendieron que el
modelo de acumulación yanqui está devaluado y se han trasladado a China, a Brasil a los
BRIC (y Sudáfrica 352 ) –los 7F (Turquía, México e Indonesia: “vino viejo en odres nuevos”
–dixit Dr. René Báez G.-, el propio capital en otras áreas, la misma forma de propiedad
protagónica en la historia)-, para mantener la estrategia clásica de neocoloniaje tras ese
biombo. Es la última diáspora del capital global fraccionado: su movimiento estratégico de
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El capitalismo en su vejez aplica terapias conducentes a solventar problemas en un frente, pero la
recuperación parcial lo consigue al precio de crear problemas en otro subsistema de su “humanidad”: problemas
de producción (la reinversión de excedente: “reconversión de plusvalía en capital” –honda productiva
kondratieff-, incrementa la oferta no realizable); en las finanzas (el incremento de la rentabilidad de los bonos
aumenta la demanda de papeles y desmonetiza el sector real); en el mercado (de trabajo: las maquiladoras
desindustrializan a EU, país que está en “vías de convertirse en una ´banana republik´ con armas atómicas”); en
la tecnología (competitividad, calidad, el cliente siempre tiene la razón: ineficacia marginal de la técnica);
geoeconómicas (mejorar la balanza comercial mediante devaluaciones en un lado provoca desajustes en otro: la
guerra de divisas). El capitalismo ha llegado a la senilidad, de ningún modo como efecto de su propia evolución
(los esquemas de reproducción de Marx lo desmienten); el agotamiento histórico de ese “modelo” es producto de
la lucha proletaria (contradicciones capital-trabajo, socialismo-capitalismo, socialimperialismo-imperialismo,
luchas populares-capitalismo), que obligó (aceleró) el desarrollo de la automatización.
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Las fuerzas productivas, no son más que inteligencia ontologizada (en instrumentos, en métodos, en
técnicas, en conocimientos, en la modelación con destrezas del propio ser humano para maximizar su
capacidad productiva). La tendencia inevitable al derrumbe (y su derrumbe efectivo) del sistema capitalista es
producto directo de la “lucha de clases”; este motor está presente en todas las formaciones clasistas. Cada clase
dominante se preocupa por el rendimiento del trabajo, es por eso que desarrolla medios, capacita al trabajo y
hace ajustes administrativo-organizativos, con lo cual se rompe sistemas: los esclavos en su conversión en
productores parcialmente libres en el feudalismo; los siervos, transformados en mercado obrero en el
capitalismo. Por tanto, en el sistema de la moderna concurrencia el propio desarrollo de las fuerzas productivas
es producto de la competencia (lucha a lo interno de la clase capitalista) y a la “lucha de clases”, esto es, a los
procesos de la voluntad. La tesis sobre el necesario derrumbe del capitalismo (por “causas intrínsecas, ligadas
directamente a la naturaleza del sistema económico”) o su perennidad se corresponden con un único responsable:
la “lucha de clases”; este dínamo presiona al sistema burgués para que automatice la producción con lo cual lleva
al extremo los efectos del “ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia”; el capital, por su parte, aplica
medidas contrarrestantes y la resolución tiene lugar en el frente de la lucha, siempre a favor de la progresión
histórica.
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En términos generales (la competencia y la lucha de clases): “la tendencia al crecimiento de la composición
orgánica del capital como movimiento fundamental del sistema capitalista, que impulsa tanto la
sobreproducción de mercancías como la tendencia a la caída de la tasa media de ganancia”.
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A propósito, en el mundo, sectores como la derecha (inclusive la ONU creó el “día de Mandela”), los
socialdemócratas y también parte de la izquierda, tienen la tendencia a magnificar la personalidad y el rol jugado
del y por el señor Nelson Mandela respectivamente, sobre todo hoy -2012- que el afamado personaje ha
cumplido 94 años (sobreestimación hecha intencionalmente para opacar a Fidel Castro y no se diga a Stalin: el
verdadero más grande dirigente político de la historia), esto es, de un individuo (que evidentemente tiene sus
méritos), que frustró la salida revolucionaria que socialistas y comunistas auténticos actores de dicho proceso
(fueron quienes pusieron los muertos) propusieron como salida para la situación de crisis económica y el
apartheid de Sudáfrica; en su lugar, Mandela fue el instrumento del capital interno y externo, el cual procedió a
reestructurar al país (y a superar contradicciones de segundo orden: la discriminación, por ejemplo) para que
determinados capitales se afinquen allí, los que se vieron obligados a ceder ámbitos de poder a un sector de
negros, que han pasado a conducir bis a bis los procesos capitalistas con los blancos, con lo cual Sudáfrica ha
entrado a formar parte del grupo de países selectos conformantes del segundo nivel imperialista: los BRICS,
mientras que en el pueblo negro persisten las condiciones de miseria.
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