Bajar documento - La nueva concepción de la historia

ortodoxo: “el manual es ya un documento sofisticado para esta gente”, dijo, y reprochaba la
veneración de la ortodoxia a “San Marx”. Por mi parte, si debo hacer el gesto de mímica de
adoración a Marx: ¡lo realizo ipso facto, sin vergüenza ni cargo de conciencia algunos! Ese
ser extraordinario, que vale para mí, como Cristo para los cristianos, merece todo mi crédito,
todo mi agradecimiento, todo mi aprecio; sin él: hoy estaría derrotado, cabizbajo, alienado;
sería nada más que un individuo hedónico más, aprisionado por la cosmovisión mitológica,
egoísta, ambicioso, burgués; por él he alcanzado quizá la cumbre de la conciencia y hoy dejo
tal vez y sólo tal vez, una forma de comprender el mundo algo más amplia y objetiva; por él
he dado sentido a la vida personal inscribiéndola en la política, en la ciencia; debido a él
(como Amado Nervo y Kempis) he formado mi personalidad con cierto carácter (claro que
mis defectos son la manifestación de las limitaciones de la naturaleza descargados en mí), he
justificado mi vida, me siento realizado, he podido superar las fricciones existencialistas y
“me iré de este mundo” con la satisfacción dada por lo que creo es la comprensión completa
de la realidad formulada en sus trazos aproximados; en suma, puede decirse, que esta
conciencia rudimentariamente ha triunfado: ha podido con el “ser”, en tanto se ha formado
una idea global, aproximada sobre ella; para el efecto, se quiso rebasar racionalmente la época
reproductiva y casi se lo logró. De modo que Marx no es un ser humano más en mi vida: es la
conciencia más importante. Este es un sentimiento sano, agradecido de una persona que se
asume sincera, el que se profesa sólo para el gran Maestro: el Maestro especial, que le formó
en la juventud.
¿Por qué una afirmación tan tajante y obsecuente?
Tengo mis fundamentadas razones.
En cada época se producen condiciones histórico-materiales (“necesidad”, suele
decirse), que encumbran a ciertos individuos hacia el estado de “personalidades” en
coherencia con las circunstancias y las demandas del momento; el talante de cada
personalidad depende del carácter de dichas determinaciones (Einstein reconoció esta
condicionalidad objetiva al referirse a sí mismo, al sostener, que él apareció en escena, cuando
en el rompecabezas del saber, faltaba una pieza). El sistema capitalista es la forma de
contradicción cumbre por excelencia del género humano todo; en ella está puesta la dinamia
de conformación del ser humano como sujeto de pensamiento; por tanto, producción material
e intelectual y ese nuevo tipo de configuración de la especie, que se producen en el marco de
la ciega necesidad, deben tener al frente un sujeto y su consecuente personalidad, que capte
intelectualmente la coyuntura, sistematice las tareas de su tiempo y conduzca la acción vital:
¿de quién se habla, sino de Marx y del marxismo? Al haber encontrado superación racional la
antinomia existencial burguesa de la humanidad, contradicción de mayor envergadura frente a
las de épocas pasadas y a las que vendrán, no es necesaria la emergencia de temple e
inteligencia como las referidas, puesto que a futuro la vida va a ser (luego de la vigencia de
una fase de exorbitante desate pasional en el recurrir humano, desde luego) pausada, apoyada
en la inteligencia artificial.
En una palabra, para liberar de la cárcel-mundo en la que abarrotan a los ciudadanos
los poderes fácticos (Foucault), los contrapoderes compensatorios deben tomarse por vías
democráticas y convertir a la institucionalidad política, en su orden, en ámbitos de diálogo
intersubjetivo (“puesta en diálogo el colonialismo cultural” -sic), en los que la racionalidad
moral sea la tónica (Habermas), la hegemonía intelectual (Gramsci) imponga su proyecto
emancipatorio consensual, compartido, formador de una nueva objetividad (Habermas); en
suma, época inaugural de un nuevo tipo de organización de las promociones humanas por
venir: régimen de la “humanocovivencia”, materialmente sustentado en la inteligencia
artificial (Marx). Para esto, no se necesitan genios.
Por extensión, debo suponer, que si deplora al capitalismo, Ud. debe encontrar méritos en
el socialismo.
Así es. ¿Le parece poco el haber cambiado por 30 años la faz de la tierra en una tercera
parte? ¿El haber probado el valor práctico de una teoría que objetivamente representó una
ilusión? ¿El haber ubicado en la mente de buena parte del género la opción abierta hacia una
nueva forma social? ¿El haber heredado a la historia toda una concepción y método para
entender el mundo y pensar sobre la realidad? ¿Los grandes cambios que experimenta el
mundo como impacto del socialismo, aunque los mismos sean de difícil percepción? ¿El
haber legado una esperanza, para la mayoría de la población desde luego, frente al infortunio
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